DÍA 22

Salmo 18
Dosis: Alabanza
Liberadas del pasado
“Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!” (Salmo 18:4–6) (NVI)
Siguiendo con el análisis del Salmo 18 encontramos que, en segundo lugar, David recuerda las liberaciones que Dios ha llevado a cabo a favor suyo. Recordar esto dispone su espíritu para continuar alabándole. Esta es una disciplina muy importante, recordar y tener presente todas las maravillas que Dios ha hecho por nosotras, recordar de dónde nos sacó, todas las situaciones difíciles que enfrentamos fortalecidas con su presencia, cómo nos liberó y nos dio la victoria en medio de las pruebas. David recuerda y engrandece a Dios por la libertad que le ha concedido. Toma en cuenta el pasado para agradecerle específicamente.
Si has sido librada de un pasado doloroso, de peligros grandes y amenazadores, y reconoces la gran liberación que Dios ha obrado en tu vida, más profunda debe ser tu alabanza. Cuanto más profundo ha sido el dolor o la herida, más dulce será la recuperación en sus brazos eternos.
David recuerda las amenazas y la fuerza de sus enemigos contra él y las describe como: “cuerdas y lazos de muerte”, “torrentes de maldad”, “ligaduras del Seol.” Expresiones muy fuertes. No sé si todas nos hemos sentido alguna vez así de amenazadas, pero sin duda hemos experimentado momentos muy difíciles en los cuales sólo nos ha quedado esperar su dulce liberación, su paz, su consuelo, pues no estaba en nuestras fuerzas cambiar la situación.
David nos traza la ruta de la fe, lo que debemos hacer en vez de caer en la desesperación: “En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!” Amada, nuestro clamor llega delante de Dios. Oramos para agradecer y engrandecer su nombre, para decirle que le amamos, pero también para clamar si estamos en dificultades.
Cuanto mayor ha sido nuestra necesidad de que Dios nos librase, y cuanto más directa ha sido la respuesta de Dios a nuestras oraciones, tanto mayor es la obligación que tenemos de ser agradecidas. Así era David, él oraba y Dios lo escuchaba y le respondía. David experimentó el sufrimiento pero también la más hermosa liberación. Y no se quedó callado, él compuso un canto para que todos reconocieran la grandeza y la misericordia de su Dios.
Oración: Señor enséñame a clamar a ti cuando esté en angustia y a alabarte por tu misericordia. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 37). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.