Guerreras de Dios

DÍA 25

Salmo 18

Dosis: Victoria

Guerreras de Dios

“Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas. El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian.” (Salmo 18:29–30) (NVI)

Todas libramos batallas personales en la vida. David reconoce que la victoria siempre es de Dios, por eso le da la gloria por todas sus obras. Hace una lista minuciosa de todos los favores que ha recibido de Él durante toda su vida. Muchas eran las circunstancias que habían contribuido al progreso de David, y él reconoce a Dios en todas ellas. ¡Qué corazón tan agradecido!

“¿Quién es Dios, si no el SEÑOR? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.

Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban”.

David llegó a ser un guerrero victorioso porque Dios le dio pericia y talento en los asuntos militares, siendo él un simple pastor, talentoso para la música y la poesía, por eso dice: “Contigo desbarataré ejércitos y con mi Dios asaltaré ciudades amuralladas”, David también reconoce que Dios le había dado fuerzas físicas para soportar las batallas: “Él es quien adiestra mis manos para la batalla. “Dios es el que me ciñe de poder”, “me ceñiste de fuerza para la pelea”, “puedo entesar bien un arco de bronce”.

Reconoce que Dios le concedió agilidad para huir de sus enemigos: “Quien hace mis pies como de ciervas” “Ensanchaste el camino debajo de mis pasos”, “mis pies no resbalaron.” Dice que Dios le dio valentía, por eso aunque acampasen ejércitos a su alrededor, no temía, sino que los desbarataba, ni los muros lo detenían pues con Dios estaba dispuesto a asaltarlos.

Dios lo había protegido y puesto a salvo en medio de los mayores peligros: “Me diste asimismo el escudo de tu salvación”. Dios lo había prosperado en todas las cosas “Tu diestra me sustentó” y “Tu benignidad me ha engrandecido”. Dios le dio un trono y lo hizo grande y respetable “Me has hecho cabezas de naciones, pueblo que yo no conocía me sirve.” Cumplió en su vida todas sus promesas.

Resulta conmovedor que quien alcanza el éxito en la vida ¡de a Dios toda la gloria! ¿Estás dispuesta a hacerlo?

Oración: Señor sé tú mi escudo en las batallas de mi vida y adiestra todo mi ser para tener victoria espiritual. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 40). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.


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