
Lunes 12 Diciembre
Nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Me falta algo
“Crecí en Egipto, en una familia cristiana, amparándome en la fe de mis padres. Cuando llegué a la adolescencia, esto no me satisfacía más. En mi espíritu crecía un vacío, pero, ¿por qué?
En cierta ocasión mi hermano asistió a un campamento cristiano y volvió irreconocible. Su mal carácter había dado lugar a una actitud amable, y con dulzura me invitó a asistir al siguiente campamento.
El primer día el predicador habló de alguien que se parecía mucho a mí. “¿Se considera bueno, e incluso cree ser un buen cristiano, sin tener a Jesucristo en su vida?”. Ese hombre, ¿me hablaba a mí, o a personas que hacían mal? Me sentí confundida… Una tarde nos propuso: “Los que quieran entregar su vida a Jesucristo, levántense y oremos juntos”. Algunos se levantaron, pero yo me quedé sentada, diciéndome en voz baja: “Soy una buena cristiana”. Un poco más tarde el predicador nos invitó una vez más a ir a Jesús. Entonces comprendí que debía decidirme. Mi lengua se desató y oré: “Señor Jesús, quiero conocerte. Gracias por haber muerto en la cruz por mí. Te pido que vengas a mí y seas mi Salvador. Gracias por amarme, por haber perdonado mis pecados y por darme la vida eterna. Ayúdame a ser la persona que tú quieres que yo sea. Amén”.
Cuando volví a la casa, ¡qué cambio en mi vida! Y mi Biblia, que yo no leía, empecé a devorarla para saber más de Dios y hablarle todos los días. Mi vida tomó un sentido. Al fin comprendí en qué consistía la fe de mis padres”.
según Joy Y.
Jueces 5 – Apocalipsis 5 – Salmo 140:6-13 – Proverbios 29:21-22
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