Dios abre el corazón

FEBRERO, 24

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Dios abre el corazón

Devocional por John Piper

Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. (Hechos 16:14)

En cualquier lugar que Pablo predicara, algunos creían y otros no. ¿Cómo podemos entender por qué algunos de los que están «muertos en delitos y pecados» (Efesios 2:1,5) creyeron y otros no lo hicieron?

La respuesta a por qué algunos no creyeron es que ellos «desecharon» (Hechos 13:46) el mensaje del evangelio porque era «necedad» para ellos y «no puede[n] entenderlo» (1 Corintios 2:14). La mente carnal «es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo» (Romanos 8:7).

Aquellos que escuchan y rechazan el evangelio «odian la luz» y no vienen a la luz para que sus obras no sean expuestas (Juan 3:20). Permanecen «entenebrecidos en su entendimiento… por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón» (Efesios 4:18). Es una ignorancia culpable porque la verdad está disponible, pero ellos «con injusticia restringen la verdad» (Romanos 1:18).

Ahora bien, dado que todos están en esta condición de una rebelde dureza de corazón, muertos en sus delitos, ¿por qué algunos creen? El libro de Hechos ofrece la respuesta por lo menos de tres maneras diferentes. Una es que ellos están destinados a creer. Cuando Pablo predicó en Antioquía de Pisidia, los gentiles se regocijaron y «creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna» (Hechos 13:48).

Otra manera de responder a por qué algunos creen es que Dios concede el arrepentimiento. Cuando los santos de Jerusalén oyeron que los gentiles, y no solo los judíos, estaban respondiendo al evangelio, dijeron: «Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida» (Hechos 11:18).

Pero la respuesta más clara que hallamos en Hechos a la pregunta de por qué una persona cree el evangelio es que Dios abre el corazón. Lidia es el mejor ejemplo. ¿Por qué creyó? Hechos 16:14 dice: «y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía».

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Un plan insondable

24 Febrero 2017

Un plan insondable
por Charles R. Swindoll

Job 42:1-6

Esto es lo que hace tan placentero el clímax de la vida de Job. Este apreciado amigo, que nunca mereció el sufrimiento que soportó, es tratado con justicia. Y los que le amargaron la vida no fueron pasados por alto. El Dios de justicia finalmente interviene para recompensar grandemente y restaurar al justo, y para disciplinar severamente al injusto.

Job entendió finalmente que el plan de Dios es insondable; que el razonamiento del Señor es correcto; y que sus caminos son más altos que lo que él podría jamás comprender. Siendo así, Job saca la bandera blanca de la rendición y dice con total sinceridad: “Me retracto y me arrepiento. Dije cosas que no debí haber dicho; hablé cosas de las que no sabía nada; y me volví complaciente conmigo mismo en mi defensa. Por favor, Señor, sabes que mi corazón es tuyo. Me humillo delante de ti. Me pongo a tu disposición. Tu propósito es correcto; tú plan es increíble; tus amonestaciones son justas; tu camino es el mejor”.

Eso fue suficiente. Cuando el Señor escuchó los sentimientos más profundos del contrito corazón de Job, cuando el Señor vio la humildad del espíritu quebrantado de Job y la sinceridad y docilidad de su alma, la misericordia se hizo presente y la justicia se puso en acción. Hay una justa retribución cuando el Señor decide utilizar a Job en el proceso de someter a la justicia a los otros hombres. Este es un buen momento para hacer una observación que vale la pena recordar.

Usted se maravillará al ver cómo le utilizará el Señor en la vida de otras personas, una vez que ajuste su vida a los caminos de Dios. Usted será muchas cosas para ellas: una amonestación, un refugio, un punto de esperanza, una razón para seguir adelante, una fuente de fortaleza, una influencia tranquilizadora y muchísimas cosas más. Es maravilloso entender (para sorpresa suya) la manera cómo Él decide utilizarle como vehículo para ayudar a restaurar a quienes se han extraviado tanto. Esto a menudo incluye a aquellos que le causaron a usted una herida en su extravío.

Me acuerdo del atribulado padre de Los Miserables cuya única súplica la expresa en una exquisita canción acerca de su hijo, en la que dice: “¡Tráiganlo al hogar!” También nuestro Padre celestial nos suplica que ayudemos a traer de vuelta a Él a sus hijos que se han extraviado: “¡Tráiganlos al hogar!”

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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Es fácil regocijarse en medio de los éxitos

Es fácil regocijarse en medio de los éxitos

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24 FEBRERO

Éxodo 7 | Lucas 10 | Job 24 | 1 Corintios 11

Se relata la siguiente historia del Dr. Martin Lloyd Jones, uno de los predicadores más sobresalientes del siglo XX. Cuando se estaba muriendo de cáncer, uno de sus amigos y antiguos colaboradores le preguntó: “¿Cómo consigue usted soportar esto? Está acostumbrado a predicar varias veces por semana. Ha iniciado varios ministerios cristianos; su influencia se ha extendido a través de grabaciones y libros a cristianos en los cinco continentes. Y ahora se encuentra apartado, reducido a estar aquí quieto, y a veces consigue editar alguna que otra cosa. No me refiero tanto a cómo soporta la enfermedad en sí, sino ¿cómo soporta estar al margen?”

Lloyd Jones contestó con palabras sacadas de Lucas 10: “Sin embargo, no os alegréis de que podáis someter a los espíritus, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.” (10:20).

Era una cita muy pertinente. Los discípulos han regresado de su misión y se maravillan de que los demonios se sometan a ellos en el nombre de Jesús (10:17). Jesús les alienta y les asegura que (¿mediante una experiencia visionaria?) ha visto a Satanás caer como relámpago del cielo (10:18). Parece ser que Jesús ve esta misión de formación a la que ha enviado a sus discípulos como una señal, un hito en el camino que conducirá a la derrota definitiva de Satanás, la cual se logra principalmente en la cruz (Apocalipsis 12:9–12). Dice a sus discípulos que todos ellos serán testigos de acontecimientos aún más asombrosos que estos (Lucas 10:18–19). “Sin embargo”, añade, (y siguen las palabras citadas por Martin Lloyd Jones), “Sin embargo, no os alegréis de que podáis someter a los espíritus, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo” (10:20).

Es fácil regocijarse en medio de los éxitos. Nuestro sentido de identidad puede confundirse con el fruto que lleve nuestro ministerio. Por supuesto que esto resulta peligroso cuando el fruto se vuelve amargo – pero no es este el problema aquí. Las cosas no podrían ir mejor para los discípulos de Jesús. Y el peligro es que ya no sea Dios el objeto de nuestro culto. Y el mismo hecho de que nuestra maravillosa aceptación por parte de Dios no nos conmueve tanto como nuestro éxito aparente.

Este ha sido el pecado de no pocos pastores “exitosos”, y de no menos laicos “exitosos”. Orgullosos de su ortodoxia, y encargados de una misión muy valiosa, han acabado idolatrando sutilmente algo diferente: el éxito. Hay pocos ídolos que sean tan engañosos. Ante semejantes tentaciones, es tremendamente importante regocijarse por los mejores motivos – y no hay motivo mejor que el mero hecho de que nuestros pecados han sido perdonados y, que por la pura gracia de Dios, nuestros nombres han sido escritos en el cielo.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 55). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Cristo, el siervo que sufrió

Cristo, el siervo que sufrió

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Era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho… y ser muerto, y resucitar después de tres días. – Marcos 8:31

El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. – Marcos 10:45

Evangelio según Marcos

Es el más corto y el más condensado de los cuatro evangelios. En él se mencionan más las obras de Jesús que sus palabras. Desde el principio Marcos habla del servicio del Señor. La expresión “luego” aparece con mucha frecuencia, para subrayar el compromiso incesante de Jesús en su servicio.

Marcos presenta a Jesús como el Siervo perfecto. No solo es el Rey prometido a Israel, como lo revela Mateo, sino también el verdadero Siervo de Dios (ver Isaías 42:1-9; 49:1-6; 52:13-15; Zacarías 3:8). No es el siervo de los hombres, sino de Dios. Sin embargo, su servicio para Dios se cumple sirviendo a los hombres; de este modo da a conocer la bondad y la misericordia divinas.

Jesús también es el Siervo que sufrió. En este evangelio, los sufrimientos y la muerte de Jesús ocupan mucho lugar. El Señor Jesús habló cuatro veces a sus discípulos de los sufrimientos por los que debía pasar: “Está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada”. “Le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará” (Marcos 9:12; 10:34, ver también cap. 8:31; 9:31). Según sus propias palabras, “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

Un rescate es el precio que hay que pagar para que los cautivos puedan ser liberados. Jesús anunció que iba a morir en lugar de aquellos que creían en él, para liberarlos de la esclavitud de Satanás y del pecado.

2 Samuel 17 – Hechos 7:30-60 – Salmo 26:1-7 – Proverbios 10:15-16

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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Por qué Dios contesta la oración

Por qué Dios contesta la oración

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2/23/2017

Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (Juan 14:13)

¿Por qué Dios contesta la oración? La última parte del versículo de hoy da la respuesta: “Él contesta la oración por el bien suyo y por el bien nues­tro”. Lo hace para mostrar su poder. El comprender este concepto aumenta nuestra confianza en la oración: “Podemos saber que Dios responderá porque es una oportunidad para Él de recibir gloria”. Crecemos espiritualmente cuando conversamos con Dios mediante la oración y vemos sus obras poderosas.

El contexto de Juan 14:13 muestra que los discípulos estaban muy afligidos porque Jesús les dijo que se iría. Los discípulos habían dependido de Jesús por tanto tiempo que temían quedarse sin Él. Jesús les había dado todos los recursos. Él era su amigo amado y su recurso espiritual, teológico y económico. Él era su futuro y su presente. Se aterraron al pensar que Él que se iba, pero les dejó a ellos y nos dejó a nosotros la promesa de Juan 14:13; todo lo que necesitemos y pidamos en su nombre, Él lo hará.

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La hora de amenaza inusual

FEBRERO, 23

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La hora de amenaza inusual

Devocional por John Piper

 

Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. (1 Pedro 4:14)

Muchos cristianos en el mundo hoy no conocen el peligro de vida que conlleva creer en Cristo. Nos hemos acostumbrado a estar libres de dicha persecución. Nos parece que es la manera como debe ser.

Por eso, nuestra primera reacción ante la amenaza de que las cosas podrían ser de otra manera es a menudo ira. Pero esa ira puede ser una señal de que hemos perdido el sentir de que somos extranjeros y peregrinos (1 Pedro 2:11 dice: «Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos…»).

Quizás nos hemos establecido demasiado en este mundo. No tenemos nostalgia por Cristo como Pablo la tenía: « Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo…» (Filipenses 3:20).

Muchos de nosotros necesitamos el recordatorio: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo…» (1 Pedro 4:12).

¿Se han preguntado alguna vez cómo responderían en la hora de la prueba final? Apuntando con un arma en la mano, un hombre pregunta: «¿Eres cristiano?». He aquí una palabra sólida para darles esperanza de que responderían mejor de lo que creen.

«Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros» (1 Pedro 4:14). Estas palabras de aliento de Pedro dicen que en la hora de amenaza inusual (ya sea insulto o muerte), habrá un «Espíritu de gloria y de Dios [reposando] en vosotros». ¿No significa eso acaso que Dios otorga especial ayuda en la hora de crisis a aquellos que sufren por ser cristianos?

No quiero decir que él esté ausente en otros de nuestros sufrimientos. Simplemente quiero decir que Pedro interrumpió el fluir de su discurso para decir que aquellos que sufren «por el nombre de Cristo» experimentarán un «reposo» en sí mismos del «Espíritu de gloria y de Dios».

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Un giro completo

23 Febrero 2017

Un giro completo
por Charles R. Swindoll

Job 42:1-6

Job se arrepiente, se inclina en total sumisión y dice: “He llegado al límite de mi comprensión, y lo dejo allí. Mi vida en verdad es tuya, oh Dios. A ti te corresponde desentrañar el misterio, revelar los laberintos del camino, resolver lo insondable, saber las razones que hay detrás de las cosas inexplicables de mi vida”.

Así es como Job reconoce su incapacidad de entender el porqué, sin argumentar más, sin abrigar ningún resentimiento. No hay ningún pensamiento de: ¿Por qué no hiciste esto? En cambio, ¿qué es lo que vemos en Job? Un espíritu contrito y humillado. ¿Sabe usted lo que Job comprendió finalmente? Quien importa es Dios, no él. ¡Job lo entendió! ¿Qué significa eso?

Que el propósito de Dios está en marcha, y yo no puedo impedirlo.
Que el plan de Dios es increíble, y yo no puedo comprenderlo.
Que la amonestación de Dios es buena, y yo no debo atreverme a ignorarla.
Que el camino de Dios es el mejor, y yo no debo resistirlo.

¿Usted todavía no ha aprendido estas cosas? ¿Ha llegado a entender que lo suyo es ocuparse de su Dios? Él es el dueño de todo lo que usted dice que le pertenece. Todos los privilegios de que usted disfruta han sido dados por su gracia. Todos ellos son inmerecidos. Job entendió todo eso. Pero la pregunta es: ¿Lo ha entendido usted? Lamentablemente, muchos no lo comprenden hasta que se ven enfrentados a momentos insoportables. Pero Dios tiene las maneras de enderezar a sus hijos.

¡Qué deleitable puede ser una vida de sumisión a Dios! La combinación es hermosa: Una persona fuerte, rendida y vuelta humilde, con un “espíritu contrito y humillado”, sin resentimientos, sin exigencias, sin esperar nada, sin ofrecer condiciones, sin esperar ningún favor, totalmente arrepentida delante de Dios el Señor. ¿Y cuál es el maravilloso resultado? Que el Señor comienza a utilizarnos de manera increíble.

Job finalmente ve a Dios como Él es, y se arrepiente totalmente. El resultado es una bendición tras otra. Una vez que Dios puso sus poderosas manos sobre los hombros de Job, este finalmente lo entendió. ¿Ha sucedido lo mismo con usted?

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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“el que no está contra vosotros está a favor vuestro”

el que no está contra vosotros está a favor vuestro

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23 FEBRERO

Éxodo 6 | Lucas 9 | Job 23 | 1 Corintios 10

Una de las tareas esenciales para los que quieren leer los evangelios canónicos con sensibilidad consiste en comprender cómo se entrelazan las diferentes secciones. Los lectores superficiales se acuerdan quizá de relatos concretos acerca de Jesús a partir de su experiencia de la escuela dominical, pero no siempre reflexionan en los enlaces que convierten estos relatos en un evangelio completo. Además, ninguno de los evangelistas ordenó su material exactamente de la misma forma que los demás, por lo que el saber específico de cada evangelio a menudo se pierde si no reflexionamos profundamente en los enlaces distintivos de cada uno de ellos.

En Lucas 9:49–50, encontramos un ejemplo esclarecedor de esto. Los versículos anteriores (9:46–48) muestran a los discípulos de Jesús enzarzados en una discusión acerca de cuál de ellos sería más importante (en el reino consumado, se supone). Conociendo sus pensamientos, Jesús les enseña algo que les debió resultar bochornoso, usando a un niño pequeño como ilustración. La gente “importante” busca asociarse con gente aún más “importante”. Los seguidores de Jesús reciben a los miembros menos poderosos de la sociedad – los niños pequeños. Lo que Jesús requiere es una manera de pensar que entra en conflicto directo con la que caracteriza al mundo: “El más insignificante entre todos vosotros, ése es el más importante” (9:48).

En esta coyuntura encontramos lo relatado en Lucas 9:49–50. Juan comenta que él y los demás discípulos vieron a un hombre que echaba a los demonios en nombre de Jesús. Dijo que intentaron pararlo por no ser uno de ellos. Jesús les prohíbe actuar así porque “el que no está contra vosotros está a favor vuestro”. A primera vista, esto es algo diferente de la temática que constituyó los versículos precedentes. Pero tal vez no lo sea tanto: las conexiones exigen nuestra reflexión. El problema que Juan tenía con este hombre que echaba a demonios parece no tanto una preocupación piadosa por la ortodoxia teológica, como una protesta motivada por la sed de poder, y una mentalidad que daba más importancia al hecho de que los predicadores perteneciesen al partido correcto, que al cumplimiento de la misión. Por tanto, esta protesta resulta patéticamente vinculada con el debate en cuanto a cuál de ellos sería el más grande. El deseo de engrandecimiento personal resultará ser inevitablemente, una base inadecuada desde la cual hacer valoraciones sabias con respecto al ministerio de los demás.

En los versículos siguientes (9:51–56), Jesús se encuentra en Samaria. Cuando los samaritanos se muestran inhóspitos, los discípulos de Jesús están dispuestos a hacer caer el juicio divino sobre ellos. Jesús se lo reprocha. Ya que estos versículos siguen tras los temas a los que nos referíamos antes, la actitud delatada por los discípulos queda puesta de manifiesto. Su pasión por el juicio contra los samaritanos está motivada menos por una comprensión de Cristo y una devoción genuina hacia él, que por una ambición y deseo de poder egocéntricos.

Los últimos versículos del capítulo destacan el mismo contraste (9:57–62). Los tres que proclaman con mayor fuerza su determinación de seguir a Jesús son puestos en su sitio: no han contado con el precio del discipulado, por lo que sus protestas piadosas adquieren unos matices de amor propio poco atractivos.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 54). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La simpatía divina

La simpatía divina

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El Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Lucas 7:13

En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma. Salmo 94:19

En cada paso que dio, Jesús se encontró con el sufrimiento y la muerte, consecuencias del pecado para el hombre. Se conmovía profundamente y podía secar las lágrimas, como lo hizo con aquella viuda en duelo por su hijo único (Lucas 7:13). En otra ocasión, cuando Juan el Bautista fue ejecutado, sus discípulos, desorientados y afligidos, fueron a Jesús y le contaron lo que había sucedido.

Esta actitud de Jesús se repite con frecuencia en los evangelios; los que lo conocían a menudo sintieron su compasión y su profunda simpatía. En medio de su profunda tristeza se encomendaron a él, y siempre experimentaron lo mismo: los cuidados y el consuelo únicos que da el Señor. Como sabían que el Señor mide la prueba, la comprende y la vive junto al que sufre, ellos mismos iban a recibir un consuelo divino.

Incluso si ahora no vemos a Jesús como lo veían los discípulos, mediante la fe podemos sentir la realidad de su comprensión y consuelo. Gracias a él tendremos la fuerza para dejar una tumba en la que descansa el cuerpo de un ser querido, y de estar a Sus pies para exponerle nuestra tristeza, nuestra desesperación.

Entonces no nos sentiremos decepcionados, pues Jesús comprende el corazón desesperado por el peso del dolor. Siempre está dispuesto a escuchar, listo para responder, aliviar y consolar a todo el que confía en él. ¡Él mismo pasó por tantos sufrimientos!

“No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

2 Samuel 16 – Hechos 7:1-29 – Salmo 25:16-22 – Proverbios 10:13-14

Obediencia amorosa

Obediencia amorosa

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2/22/2017

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama. (Juan 14:21)

 Si pudiera simplificar la vida cristiana a una sola cosa, sería la obediencia. No quiero decir simplemente obediencia externa, sino un espíritu de obediencia. No es como la niñita que siguió de pie después que su padre le había dicho muchas veces que se sentara. Por último su padre le dijo: “Siéntate, o voy a darte una paliza”. Ella se sentó pero miró hacia arriba y dijo: “Estoy sentada, ¡pero en mi corazón estoy de pie!” Eso es obediencia externa y desobediencia en el corazón. Un cristiano debe estar dispuesto a obedecer.

Una evidencia de madurez espiritual es amar a Dios tanto como para obedecerlo aun cuando es difícil. Dios es glorificado cuando de buena gana lo obedecemos cueste lo que cueste. Cada vez que obedecemos, crecemos espiritualmente, y cada vez que desobedecemos, retardamos nuestro crecimiento.

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