Evitemos la teología centrada en el hombre

Evitemos la teología centrada en el hombre

5/22/2017

De vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. (Hechos 20:30)

Muchas fuerzas impiden que comprendamos esta verdad fundamental: “La meta de la vida de todo cristiano es ser más semejante a Cristo”. La psicología humanista es una de esas fuerzas. Ella enseña que el hombre existe para su propia satisfacción: debe tener todo lo que cree que necesita y debe satisfacer sus deseos para ser feliz. Como resultado, en muchas iglesias el crecimiento espiritual se iguala a menudo con allanar los problemas de la vida y hallar satisfacción personal.

Esa clase de mentalidad que finalmente lleva a una teología centrada en el hombre, es diametralmente opuesta a lo que la Biblia enseña. La meta de la salvación y de la santificación es que seamos hechos conformes a la imagen de Cristo (Ro. 8:29). Se ha dicho muy bien que la fe mira hacia afuera y no hacia adentro, y que toda la vida está en esa esfera. Cuanto más conoce a Cristo y se concentra en Él, tanto más el Espíritu lo hará semejante a Él. Pero cuanto más se concentra usted en sí mismo, tanto más se distraerá usted de la senda correcta.

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«He aquí que tú eres hermoso, amado mío»

22 de mayo

«He aquí que tú eres hermoso, amado mío»

Cantares 1:16

Nuestro bien amado es muy hermoso desde todo punto de vista. Nuestro Padre celestial utiliza las variadas experiencias que tenemos para proporcionarnos nuevos puntos de vista desde los cuales podamos ver la belleza de Jesús. ¡Cuán amables son las pruebas cuando nos elevan al lugar desde donde somos capaces de conseguir una visión más clara de Jesús que la que podemos obtener con la vida corriente! Lo hemos visto desde la cumbre de Amana y desde la cumbre de Senir y de Hermón, y él ha alumbrado sobre nosotros como el sol en su fuerza. No obstante, lo hemos visto también «desde la guarida de los leones, desde los montes de los leopardos» (Cnt. 4:8), y no ha perdido nada de su belleza. Desde la languidez de la cama de un enfermo, desde los confines del sepulcro, hemos dirigido nuestra mirada al Esposo de nuestra alma, y él no ha sido ninguna otra cosa sino «hermoso» Muchos de sus santos lo han contemplado desde la oscuridad del calabozo y desde las rojas llamas de la pira y, sin embargo, nunca han expresado una palabra mala en cuanto a él; sino que murieron ensalzando sus singulares encantos. ¡Oh que noble y placentera ocupación la de estar siempre mirando a nuestro bondadoso Señor Jesús! ¿No es indeciblemente placentero el contemplar al Salvador en todas sus funciones y verlo incomparablemente hermoso en cada una de ellas? ¿Observarlo cambiar, como si fuera un calidoscopio, y descubrir nuevas combinaciones de indecibles virtudes? En el pesebre y en la eternidad; en la cruz y en el Trono; en el huerto y en su Reino; entre los ladrones y en medio de los querubines, él es siempre «codiciable» (Cnt. 5:16). Examina cuidadosamente cada uno de los actos de su vida, y cada rasgo de su carácter, y lo hallarás codiciable tanto en lo pequeño como en lo grande. Júzgalo como quieras, que no lo podrás censurar. Pésalo como desees, y no lo encontrarás falto. La eternidad no descubrirá en nuestro Amado ni la sombra de una mancha; al contrario, a medida que los siglos se sucedan, sus glorias alumbrarán con un resplandor cada vez más impensable, y su indecible hermosura encantará más y más a todas las mentes celestiales.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 151). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

“el recuento”

22 MAYO

Números 31 | Salmos 75–76 | Isaías 23 | 1 Juan 1

Una de las funciones más importantes del culto colectivo es la recitación, es decir, “el recuento” de las cosas maravillosas que Dios ha obrado. De ahí el Salmo 78:2–4: “Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño, cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.” De modo semejante, si bien de forma más breve, Salmos 75:1: “Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre; ¡todos hablan de tus obras portentosas!” De hecho, la New English Bible lo traduce de manera que se aproxima más al sentido del texto hebreo: “Tu nombre se ha hecho muy próximo a nosotros en la historia de tus proezas”. El “nombre” de Dios forma parte de su revelación, por pura gracia, de sí mismo. Es la revelación de su identidad (Éxodo 3:14; 34:5–7, 14). El “nombre” de Dios, entonces, se ha hecho próximo a nosotros en la narrativa de sus hechos maravillosos: es decir, la identidad de Dios se ha revelado por medio de los relatos de lo que ha hecho.

De modo que la recitación de los hechos de Dios constituye un medio de gracia para acercar a Dios a su pueblo. Los creyentes que no pasen ningún tiempo releyendo y reflexionando en lo que Dios ha hecho, ya sea que lo hagan de forma personal leyendo su Biblia o con otros creyentes en un encuentro de culto colectivo, no deben extrañarse si rara vez experimentan la cercanía de la presencia de Dios.

El énfasis que encontramos en este salmo en lo que a Dios se refiere es que “dispone soberanamente”, o “dispone supremamente” (como un comentarista lo expresa). Es maravillosamente estabilizante para nosotros que podamos descansar en un Dios así. Declara: “Tú dices: Cuando yo lo decida, juzgaré con justicia” (75:2). Es difícil imaginarse una categoría más sugerente del firme control que Dios ejerce que las palabras “cuando yo lo decida”. No obstante, el control sin justicia no sería más que el fatalismo. Este Dios sin embargo no sólo establece el tiempo, sino que juzga con justicia (75:2). Además, en este mundo roto, hay acontecimientos catastróficos que parecen amenazar el orden social en su totalidad. En otra parte David reflexiona: “Cuando los fundamentos son destruidos, ¿Qué le queda al justo?” (11:3). Pero aquí somos afirmados, porque Dios mismo proclama: “Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes, soy yo quien afirma sus columnas” (75:3). Por tanto, los arrogantes que se consideren a sí mismos “pilares” de la sociedad quedan advertidos: “«No seáis altaneros», digo a los altivos; «No seáis soberbios», ordeno a los impíos” (75:4). A los malos Dios dice “No hagáis gala de soberbia contra el cielo, ni habléis con aires de suficiencia” (75:5).

Relatad las proezas de Dios y haced que su nombre sea cercano.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 142). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Todo en familia

22 Mayo 2017

Todo en familia
por Charles R. Swindoll

Hechos 23:11-22

El plan era pérfido y había sido puesto en acción por aquellos que lo querían ver muerto y ¡no un solo asesino, sino cuarenta! Cuarenta terroristas resueltos, actuando bajo el amparo del sigilo, y todos jurando: “No comeremos ni beberemos nada hasta que lo hayamos matado”. Pero no habían contado con un aliado inesperado de Pablo. Su sobrino lo había oído todo por casualidad, y fue a prevenir a su tío.

Increíblemente, el sobrino de Pablo jugó un gran papel en su supervivencia. Su nombre no se menciona, ni volvemos a saber más de él. Entonces, ¿cómo se enteró él de la conspiración? Sólo Dios lo sabe.

Mientras tanto, el comandante romano se estaba sintiendo aliviado, orgulloso del buen manejo de la situación. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un vacilante toque a su puerta. La noticia no podía ser buena. Uno de sus centuriones le dice que hay un joven que está con él y tiene una información importante que darle acerca de un complot para asesinar a Pablo. El comandante romano no iba a permitir que una agresiva banda de fanáticos estropeara su plan de enviar a Pablo ileso a Roma. Por tanto, se puso de inmediato en acción.

Cuatrocientos setenta y dos soldados, uniformados, armados y entrenados contra cuarenta conspiradores andrajosos. Bonita ventaja. Eso sí que es una desproporción. A este hombre nadie le iba a ganar. Se aseguró de que nadie pudiera poner sus manos sobre Pablo. ¿Recuerda usted la promesa de Dios? “Tendrás que testificar en Roma”. Esto es justamente parte de ese plan divino. Fue como si Dios hubiera dicho: “Yo sé lo que estoy haciendo. Te escoltaré totalmente protegido, tú estás en mis manos”. Una escolta oficial impresionante, que le venía a las mil maravillas.

¡Qué historia tan estimulante! A pesar de tener todas las circunstancias en su contra, Pablo nunca estuvo fuera de la mano protectora de Dios. Tampoco lo estamos usted y yo.

¿Se siente solo, maltratado, incomprendido y olvidado? Recuerde que esta historia es verdadera. Dios está en actividad. Él está allí, trabajando entre bastidores. Él hará que todo salga bien al final. Él tiene un plan. Justo cuando usted tiene el convencimiento de que su mundo está a punto de venírsele abajo, Él se hace presente y lo pone a salvo. En el caso de Pablo, el Señor utilizó a un aliado inesperado y prácticamente anónimo, a un sobrino desconocido que sale de las sombras justamente en el momento preciso. El tiempo de Dios está siempre perfectamente sincronizado con su voluntad. Recuerde eso, y descanse tranquilo.

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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Jesús conoce a sus ovejas

MAYO, 22

Jesús conoce a sus ovejas

Devocional por John Piper

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. (Juan 10:27)

Jesús conoce a aquellos que le pertenecen. ¿En qué consiste tal conocimiento?

Un versículo paralelo a Juan 10:27 es Juan 10:3: «Las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera».

Por lo tanto, cuando Jesús dice: «yo las conozco», quiere decir que las conoce por su nombre; es decir, conoce a cada una individualmente y tiene una relación íntima con cada una de ellas. No son anónimas, ni están perdidas en medio del rebaño.

Los versículos 14 y 15 nos ayudan a comprenderlo mejor: «Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen, de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre».

Hay una verdadera semejanza entre el modo en que Jesús conoce a su Padre que está en los cielos y el modo en que conoce a sus ovejas. Jesús se ve a sí mismo en el Padre, y también se ve a sí mismo en sus discípulos.

Hasta cierto punto, Jesús reconoce su propio carácter en sus discípulos. Ve su propia marca grabada en las ovejas.

Es como un esposo que espera a la esposa en el aeropuerto, mirando a cada persona que sale del avión. Cuando ella aparece, él la reconoce, conoce sus rasgos y facciones, se deleita en verla, y es ella la única persona a quien abraza.

El apóstol Pablo lo expresa de esta forma: «El sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos» (2 Timoteo 2:19).

Es improbable hacer demasiado énfasis en el tremendo privilegio que tenemos de ser conocidos de manera personal, tierna a íntima por el Hijo de Dios. Es un regalo precioso para todas sus ovejas y conlleva la promesa de la vida eterna.

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Jesús habla a las mujeres (4)

lunes 22 mayo

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

Juan 4:10

Jesús habla a las mujeres (4) – “Dame de beber”

Juan 4:1-30

“Le era necesario pasar por Samaria”. No era el único camino para ir de Judea a Galilea, pero era necesario que Jesús tuviese un encuentro con una mujer allí, cerca de un pozo, en Sicar. Toda la vida de Jesús era la expresión de su gracia, de su bondad hacia aquellos con quienes se encontraba.

Esta samaritana fue sola a buscar agua. Probablemente era despreciada debido a su conducta. Humildemente el Señor Jesús le pidió un favor: “Dame de beber”. La mujer se sorprendió. El diálogo prosiguió con simplicidad y confianza.

La delicadeza de Jesús para alcanzar su conciencia y su corazón se dejó ver cuando le dijo: “Ve, llama a tu marido”. Estas palabras la tocaron más que cualquier discurso moralizador. “No tengo marido”, respondió ella. Jesús no la condenó, pero la llevó progresivamente a la confesión, a la verdad. El diálogo no consistió en una conversación superficial, sino que mediante la puesta en evidencia de su situación moral, Jesús iba a transformar profundamente a esta mujer. Quizá nos gustaría quedarnos en el ámbito de las ideas, pero Jesús quiere alcanzar nuestra conciencia, ¡para curarnos!

Poco antes esta mujer estaba sola. Pero ahora, llena de gozo, va por la ciudad dando testimonio de lo que acababa de sucederle. Su deseo era que todos tuviesen un encuentro con Jesús y, por medio de él, encontrasen esa agua viva que ella había bebido.

1 Reyes 18:1-19 – Marcos 16 – Salmo 62:1-4 – Proverbios 15:31-32

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