Isha – Salmos

DÍA 86 – Salmo 50
Dosis: Honestidad
Como Sepulcro Blanqueado
“Pero Dios le dice al malvado: «¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes o de mencionar mi pacto con tus labios? Mi instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño.” (Salmo 50:16–19) (RVR).
Hemos visto en la primera parte del Salmo, que Dios no solamente ve lo que hacemos, sino conoce las intenciones del corazón. Por eso, después de instruir a su pueblo sobre el método correcto de rendirle adoración, reprende ahora a los malvados. En primer lugar les acusa de usurpar las funciones y los privilegios que sólo le corresponde a su pueblo y a los que le temen realmente: «¿Qué derecho tienes tú que hablar de mis leyes?» ¿Cómo te sentirías si Dios te dijera estas palabras? ¡Cuántas veces juzgamos conductas ajenas, sin considerar las nuestras! ¡Qué acusación más certera para aquellos que aparentan ser piadosos pero tienen una mala conducta, declarando a otros la ley que ellos mismos no cumplen!
Esta es la misma hipocresía que Jesús descubrió en los religiosos de su tiempo, los escribas y fariseos cuando los llamó “sepulcros blanqueados”. A ellos, les gustaba instruir y corregir a otros, pero aborrecían ser ellos mismos corregidos.
En el salmo Dios especifica sus pecados más frecuentes: el robo, el adulterio y los pecados de la lengua como mentira y difamación en un acto deliberado y bien calculado: “Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.”
Ante estas cosas ¿Dios guardará silencio? El salmo dice, que como juez Dios tuvo paciencia, pero ahora les advierte: “Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte.”
La paciencia de este juez justo, fue como una prórroga para que ellos cambien su conducta, pero muchas veces cuanto más demora el castigo, más se endurece el corazón frente al pecado, por eso Dios les advierte: “Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve. La paciencia de Dios, puede convertirse en ira; Dios les hace esta advertencia, esperando así que consideren sus palabras y cambien su conducta.
El salmo culmina con una feliz invitación a una íntima comunión con Él: “Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación.» Dios siempre da la oportunidad de rectificar nuestra conducta y anhela mostrarnos su salvación. ¡No desperdiciemos esta invitación!
Oración: Señor que mi corazón jamás se convierta en un sepulcro blanqueado, escudríñame y límpiame de todo pecado. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 101). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.