DÍA 41

Salmo 25
Dosis: Libertad
Libres de la Vergüenza
“A ti, SEÑOR, elevo mi alma, mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí. Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado; pero quedarán en vergüenza los que traicionan sin razón.” (Salmo 25:1–3) (NVI)
Este salmo se inicia con una hermosa frase: “A ti, Señor elevo mi alma”, y significa levantar el corazón a Dios, dirigirse a él en oración (literalmente en el hebreo: “arriba los corazones”). El salmista tiene un corazón humilde, y con esta actitud es que ora y pide siempre la intervención divina para toda circunstancia ya sea de su vida o de su pueblo reiterándole su confianza: “Dios mío en ti confío”.
Uno de sus deseos es no ser avergonzado. La vergüenza es un sentimiento penoso que puede arraigarse en el corazón de hombres y mujeres. Y nos sucede a muchas, un acto que rebaja ante la vista propia o ajena que nos hace sentir muy mal con nosotras mismas. De pronto creemos que no somos lo suficientemente buenas, que nos falta algo, que no somos como las otras, o nos sentimos incompletas, inadecuadas e incapaces y nos aislamos o escondemos. Cualquier mujer puede ser presa de la vergüenza. Y cualquier persona podría avergonzarnos. Lo malo es que la vergüenza puede llegar a impregnar nuestra identidad aunque viva escondida dentro de nosotras.
En el antiguo testamento Dios se dirige a la nación del pueblo de Israel como si fuera una mujer, le dice que él es su Hacedor, Su Salvador y su esposo. Esta nación Israel había sido afrentada y avergonzada por su rebelión y desobediencia, sin embargo, Dios no quiere que siga viviendo en esta condición y le dice: “No temas, porque no serás avergonzada. No te turbes, porque no serás humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud, y no recordarás más el oprobio de tu viudez. Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el SEÑOR Todopoderoso. Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre!
Amada ¿hay algo que te avergüenza de tu pasado? ¿Te avergonzaron tus padres, tu esposo o tus hijos? Eleva tu alma al Señor y pídele que te libere de la vergüenza. Él no quiere que camines por la vida con la cabeza gacha. Él dice que es “tu esposo y tu Hacedor”. Créele. Permite que te libere de la vergüenza y como el salmista confía en su bondad divina.
Oración: Señor enséñame a elevar mi corazón a ti y a liberarme de la vergüenza. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 56). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.