Isha – Salmos

DÍA 84 – Salmo 49
Dosis: Eternidad
La temporalidad de las riquezas
“Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo, tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres. Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia. Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa.” (Salmo 49:1–4) (NVI).
El tono de este Salmo me recuerda un poco al libro de Eclesiastés ya que articula un tema intelectual y filosófico dando una respuesta teológica. Es un Salmo sapiencial y didáctico que afirma que todos los seres humanos moriremos un día sin importar nuestra condición socio económica. Contrasta así el verdadero sentido de la vida y da una perspectiva ética y moral resaltando los verdaderos valores con los cuales debemos conducirnos.
El salmista tiene una profunda convicción teológica por eso dice: “¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores? ¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones? Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Aquí expresa claramente que las riquezas tienen sus limitaciones en esta vida.
¡Qué importante reflexión para este tiempo donde el consumismo impera y la vida se vive a crédito! Nos hace evaluar dónde está nuestro corazón y si nos hemos preocupado de “hacer tesoros en el cielo.” La administración sabia y mesurada de los bienes materiales es una cualidad que se encuentra en pocas personas en esta generación. La Biblia nos insta a tener una actitud diferente frente a las riquezas y posesiones, a ser generosos, a utilizar el dinero para hacer el bien y ayudar a otros, y no tener el corazón apegado a las cosas materiales. ¿Tienes esta cualidad? ¿La estás enseñando a tus hijos?
En el salmo hay también implícito un mensaje de humildad. No podemos llevar a la otra vida ni riquezas, ni honores, ni glorias: “Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa. Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros. Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones. A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen. Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen.
El salmista explica que las riquezas no pueden salvar de la muerte ni asegurar la dicha en este mundo, ni en la vida futura. Pareciera un mensaje deprimente pues compara la muerte de los seres humanos con la muerte de las bestias: “A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.” Sin embargo el salmista tiene esperanza, pues concluye: “Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará.”227 Aquí está implícita la esperanza de la resurrección y la vida eterna, de la cual nosotras ya tenemos la seguridad; ¡Porque Cristo pagó en la cruz nuestro rescate!
Oración: Señor, dame sabiduría para administrar mis bienes materiales y enséñame a confiar en que tú me protegerás y en la esperanza de la vida eterna. Amén.
De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 99). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.