Acerca de Dr. Adrian Rogers El pastor, maestro y autor Dr. Adrián Rogers (1931-2005) ha dado a conocer el amor de Jesucristo a personas por todo el mundo, y ha impactado innumerables vidas al presentar la profunda verdad bíblica con tanta sencillez que un niño de 5 años puede entenderla y, sin embargo, aún habla al corazón de uno de 50 años de edad.
113 – La pobreza y el subdesarrollo de las naciones
Surge en el 2013 como programa de radio bajo la cobertura de la emisora cristiana Radio Eternidad en la estación 990am. Las temáticas de nuestro programa son diversas y contemporáneas con las necesidades que se presentan hoy en día en la sociedad. Todo tema es llevado a la luz de la Palabra de Dios que es la única mediadora entre los hombres y la única verdad que puede hacerle libre. Tratamos diferentes temas con el propósito de entender el presente bajo una cosmovisión bíblica y actuar en base a esta. Con nuestro productor Andrés Figueroa y el equipo de Gracia TV, quienes semanalmente transmiten este programa en un formato para Radio y TV.
Bienvenidos una vez más a nuestro estudio sobre el matrimonio cristiano. Esta será nuestra última sesión juntos. He guardado el material controversial para este momento, porque, vamos a estar viendo el papel del hombre y de la mujer en el matrimonio. Creo que es importante que prestemos atención a este tema tal como se aborda en el Nuevo Testamento debido al gran nivel de controversia que ha rodeado este asunto en los últimos años. Así que, me gustaría dirigir su atención, si me permiten, a la instrucción que recibimos en el capítulo 5 de la carta de Pablo a los Efesios. Voy a empezar en el versículo 21, donde leemos estas palabras, «sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo». Esto suele entenderse como el enunciado que conecta lo que Pablo había enseñado antes en esta epístola con lo que seguirá después.
Algunos ven en este versículo un indicador clave de cómo se debe entender lo que sigue. Dicen que ese versículo nos llama a la sumisión mutua, el uno al otro; entonces, luego menciona que las esposas se sometan a sus esposos, los hijos a sus padres y así por el estilo. Algunos dicen que lo que realmente dice el texto es que todas nuestras relaciones como cristianos, empleadores-empleados, dueños-esclavos, hijos-padres, implica una postura de sumisión mutua. De modo que la forma en que realmente debemos leer este texto es la siguiente, «Mujeres, estén sometidas a sus maridos; maridos, sométanse a sus mujeres». No tengo tiempo ahora para ver todos los tecnicismos que están involucrados en la comprensión y manejo de este pasaje, pero solo déjenme decirles cuál es mi posición al respecto.
Creo que es una distorsión grave de este texto bíblico, que implica lo que llamaríamos una exégesis desesperada. No creo que nadie se inclinaría a tratar el texto de esta manera, si no tuviéramos el tipo de controversia que tenemos en nuestra cultura, en este momento, sobre los papeles de los hombres y de las mujeres, porque si lo aplicamos consistentemente a lo largo del texto tendríamos que decir, «Padres, obedezcan a sus hijos, ya saben; así como Cristo es la cabeza de la iglesia y la iglesia es la cabeza de Cristo» – si revirtiéramos todo, terminaría en una extraña locura y el pasaje no tendría sentido. Más bien, creo, como ha sido el consenso a través de la historia de los intérpretes bíblicos, que, lo que el apóstol está diciendo aquí es que todo cristiano en algún momento está llamado a someterse. Ninguno de nosotros es soberano en sí mismo.
Hay todo tipo de lugares donde debo someterme a la autoridad y al liderazgo de los demás; y hay lugares donde también estamos llamados a ser sumisos. Pero miremos, entonces, a lo que el apóstol nos manda aquí, observemos que él lo introduce diciendo: «sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo». Francamente lo que me aterroriza de la controversia que rodea este texto es que veo a la gente enfurecida diciendo: «¿Quién se cree el apóstol Pablo, diciéndole a las esposas que tienen que someterse a sus esposos y cosas así?» Se enojan tanto por esto y yo digo: «Espera un minuto. Espera un minuto». Si esto fuera simplemente Pablo el apóstol, mostrando su lado machista y su conocimiento humano, entonces sería una declaración de arrogancia suprema y no culparía a ninguna mujer en el mundo por estar indignada por ello. Pero tengan cuidado. Si Cristo es quien Él dijo que era y Él estaba diciendo la verdad cuando dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra».
Es decir, que, si la autoridad de Dios es dada a Jesús y luego Jesús entrega esa autoridad a Sus apóstoles; entonces, con lo que estamos luchando en este texto no es contra las ideas de algún rabino judío, sino que estamos luchando contra la ley de Dios. Si esta es la Palabra de Dios, entonces tenemos que escuchar humildemente, en el temor de Dios. Bueno, habiendo dicho eso, vamos a observar y ver qué pasa con este texto que es tan controversial. En la parte inicial, donde Pablo dice: «Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor», ahora la segunda frase no molesta a muchas mujeres cristianas, están perfectamente dispuestas a someterse a la autoridad y al liderazgo de Cristo, pero aquí Pablo está diciendo que debe haber una analogía, que una esposa debe someterse a su esposo de una manera análoga a la forma cómo ella se sometería a Jesucristo. Ese es un nivel poderoso de sumisión. Eso es darle al esposo un nivel significativo de autoridad.
La analogía continúa. «Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia», de modo que de una forma similar a la que Cristo es la cabeza de la iglesia, el hombre es llamado a ser la cabeza de la esposa, y he visto todo tipo de malabares que los comentaristas hacen con ese texto para sacar un significado por debajo de la manga. Pero el significado obvio de ‘ser cabeza’ en el Nuevo Testamento y en el idioma griego es estar en la posición de preeminencia y en la posición de liderazgo. Lo que entiendo que este texto está diciendo es que en el hogar, el esposo debe ser la cabeza del hogar. Esto no es una licencia para ser tirano. Esto no es una licencia para degradar a la mujer o para tratar a la mujer como una esclava. Pero la responsabilidad de la autoridad final y del liderazgo en el hogar está conferida al esposo. Si una mujer se resiste a eso, si esa interpretación es correcta, obviamente; si la mujer se resiste a eso, ella se está resistiendo a Dios. Es Dios quien da esa directriz. Por esto digo que me asusta cuando oigo a una mujer protestar tan vehementemente contra esto.
Una vez más, si protestan contra mí, está bien. Si están protestando contra otros seres humanos, está bien; pero si la protesta es contra Dios, entonces ese es un asunto muy, muy serio. Ahora, otra pregunta surge inmediatamente y es esta: ¿Debe una mujer, siempre y en toda circunstancia, someterse a su esposo? He visto enseñanzas que se dan sobre el mundo cristiano evangélico que hablan de una cadena de mando y dicen que esa cadena de mando es tan sólida, que una mujer es responsable de obedecer a su esposo, sin importar lo que su esposo le pida que haga. Si el esposo le dice que se involucre en la prostitución, ella debe seguir con sumisión piadosa ese rol. Si el esposo le dice que no puede ir a la iglesia los domingos por la mañana, ella debe abstenerse de ir a la iglesia el domingo por la mañana. Damas y caballeros, eso va en contra de todo lo que la Escritura nos dice sobre la obediencia a Dios.
Sí, hay un nivel de autoridad que Dios delega en las Escrituras. Dios es supremo. Él le delega a Cristo, Cristo le delega a los apóstoles y se nos dice que toda autoridad en este mundo en última instancia proviene de Dios. Estamos llamados a ser sumisos a los reyes y a honrar a los príncipes, a obedecer a los jueces civiles y demás. Pero, en otra parte, la Escritura deja en claro que debemos obedecer a quienes tienen autoridad sobre nosotros solo bajo estas dos condiciones: cuando esa autoridad nos ordena a hacer lo correcto o nos prohíbe hacer lo que está mal. Permítanme decirlo de otra manera: una mujer, o cualquier persona, puede desobedecer a la autoridad cuando sea que esa autoridad le ordene hacer algo que Dios prohíbe o le prohíba hacer algo que Dios manda.
En esas dos instancias, si hay un conflicto entre la autoridad de Dios y el conflicto de la autoridad humana, no solo podemos desobedecer a la autoridad humana, debemos desobedecer a la autoridad humana. Vemos eso en el Nuevo Testamento cuando Cristo le ordena a Sus apóstoles que prediquen el Evangelio. Ellos empiezan a predicar el Evangelio y las autoridades vienen a ellos y les dicen que dejen de predicar el Evangelio; ¿y qué dicen ellos? «¿Debemos obedecer a Dios o debemos obedecer a los hombres?» y la respuesta es obvia. Si hay un conflicto entre lo que Dios manda y lo que el hombre manda, debemos obedecer a Dios.
Entonces, si un esposo ordena a su esposa que se involucre en la prostitución, ella no solo puede desobedecerlo, sino que debe desobedecerlo. Si ese esposo le exige que se abstenga de ir a la iglesia, cuando Dios ha mandado a cada creyente a no descuidar la reunión y comunión entre los santos, ella debe desobedecer a su esposo y estar allí. ¿Pero qué pasa si él le ordena o le prohíbe ir al servicio de los miércoles por la noche? Ella está incomoda, está molesta, decepcionada, etcétera, pero Dios no ordena estar en la iglesia el miércoles por la noche. Esa no es la asamblea semanal de los santos, en ese momento ella debe reconocer el liderazgo de su esposo y ser una esposa sumisa, no una alfombra, sino que debe mostrar su compromiso con Dios y con Cristo en su disposición a someterse, ella misma, al liderazgo de su esposo.
Hay un consuelo aquí para las mujeres, creo que quizás Dios tiene sentido del humor, porque Él dice, «mujeres estén sometidas a sus propios maridos». No es que tengas que someterte al esposo de otra y que cada hombre tenga autoridad sobre toda mujer. Eso no es lo que dice. «Sométanse a sus propios maridos», me gusta la palabra «propio» allí, porque propio, la palabra propio en griego es la palabra idion, de la que obtenemos la palabra «idiosincrasia», que indica las peculiaridades propias de una persona; algo que es único para esa persona. Pero también es la palabra griega de la que proviene la palabra «idiota» en español. Así que, con un poco de flexibilidad en la traducción, podemos leerlo así, donde Dios dice: «Mujeres, sométanse a sus esposos idiotas; es como: Yo sé que son idiotas, pero quiero que, por mí, ustedes se sometan a ellos de todos modos».
Siempre escuchamos en nuestra cultura el mito del matrimonio ‘mitad y mitad’. No se me ocurre nada peor porque en esa situación de ‘mitad y mitad’, donde no hay autoridad final, lo que los seres humanos caídos tienden a hacer en esa situación es enfrascarse en una lucha perpetua de poder donde todos están buscando conseguir el 51% de las acciones para tener el control. Dios soluciona eso. Dios dice que la última palabra, autoridad y liderazgo han sido conferidos al hombre. Ahora, no estoy tan seguro de que eso sea un privilegio, sino más bien una responsabilidad de muchísimo peso. Me gustaría decir algo a las mujeres. Sé que las mujeres han clamado en las últimas décadas, sufriendo por la forma en la que hemos interpretado este pasaje, donde los hombres han comprado el mito de que la única forma en que Dios podría decir a las mujeres que se sometan a sus esposos, es si ellos fueran naturalmente superiores a las mujeres. Eso no es cierto, en lo absoluto.
La sumisión, cuando hablamos de división de trabajo en la Biblia, nunca lleva consigo la idea de inferioridad. Incluso nuestra doctrina de la Trinidad dice que el Hijo se somete al Padre y que el Espíritu Santo está sometido tanto al Padre como al Hijo y ante eso no podemos deducir que se trata de inferioridad o que hay menos dignidad para el Espíritu Santo de la que hay en el Hijo o en el Padre. Así que en el matrimonio no hay menos dignidad ni menos importancia, no hay menos valor para la mujer que para el hombre, y si es el hombre el que enseña eso, entonces eso es una mala interpretación de lo que la Biblia está diciendo; son los hombres los que están distorsionando su papel y lo están usando como excusa para ser tiranos. Eso es lo que ha sucedido y las mujeres han gritado: «¡Basta ya!» Así que, hemos escuchado el lamento de las mujeres y pienso que sí necesitamos escucharlas. Pero mujeres, creo que hay algo que necesitan escuchar de los hombres. La razón por la que quiero mencionar esto es porque los hombres no lo dirán.
Se hicieron algunos estudios psiquiátricos y se descubrió que el hombre estadounidense en promedio tiene 5 veces más pesadillas que la mujer estadounidense. Ustedes dirán, «¿qué tiene que ver eso con esto?» Esto es lo que tiene que ver: el principal, el miedo número uno que aparece en las pesadillas del hombre estadounidense es el miedo a proveer para su familia. No creo que todos, en verdad, entendemos la importancia de eso. También se dice que cuando los hombres se reúnen y hablan en privado entre sí, hablan libremente sobre deportes, negocios y de mujeres; pero no se sentarán allí en un grupo y dirán, «Tengo miedo. No sé si seré capaz de manejar esta responsabilidad». Porque a los hombres se les enseña desde que son niños, que en el momento en que están en esa iglesia frente al pastor y frente a la congregación y dicen, «Tomo a esta mujer para que sea mi legítima esposa», ellos están asumiendo, sienten la responsabilidad, en última instancia, por el bienestar de su esposa y por el bienestar de sus hijos.
Me parece, y no estoy orgulloso de admitir esto, me parece que el punto… una de las cosas que más me preocupan en la vida, es el dinero. El asunto que me preocupa no es si puedo tener suficiente dinero para comprar un auto nuevo. Lo que me preocupa es: ¿tendré suficiente dinero para que, si muero, mi esposa pueda quedar bien? ¿Tengo suficiente dinero para que mis hijos estudien, para que mis hijos tengan con qué comer, para que. . . ? Ya saben. Solo siento el peso de esa responsabilidad, porque eso es lo que la cultura me ha impuesto; pero no es solo esta cultura. Son generaciones de la humanidad, desde el Huerto del Edén en adelante. La mujer fue creada para ser una ayuda idónea, no una sirvienta. Fue creada como la reina del paraíso. Adán es el rey y no es que Eva sea la esclava. Ella es la reina, ella es la pareja, ella es una compañera de trabajo, pero ella es la ayuda idónea. A él se le da la responsabilidad principal, en última instancia, de asegurarse de que el huerto sea cuidado.
Bien, eso puede ser difícil de comprender para una mujer, porque ella dice, «¿Eso significa que no tengo neuronas? ¿Eso quiere decir que no tengo nada?», ¡Por supuesto que no! No puedo pensar ni siquiera en 3 oportunidades, en 25 años, en mi propio matrimonio, en las que mi esposa haya estado de acuerdo con mi entendimiento de este texto. Ella cree que delante de Dios, yo debo ser cabeza del hogar, y estamos en desacuerdo con respecto a decisiones todo el tiempo. Pero ella no es un palo ni una roca, ella es un ser humano y estoy llamado a respetar su juicio. Estoy llamado a respetar su perspectiva. Estoy llamado a respetar su persona y si ella no está de acuerdo con una política en la que creo que debiéramos participar, sería impío de mi parte ignorarla y simplemente decirle: «Oye, las mujeres son para verlas y no para escucharlas». Esa no es la actitud que vemos en las Escrituras.
Nosotros lo conversamos, y yo diría que la gran mayoría de nuestras decisiones se toman en conjunto. Tal vez 3 veces en 25 años hemos tenido un impase donde no pudimos estar de acuerdo. Entonces le dije, «Bueno, cariño, tenemos que tomar una decisión, y yo me hago responsable; así que tendré que pedirte que te sometas». Ahora, soy afortunado, esas tres veces dijo, «Está bien». Pero puedo entender la dificultad en esto, aún así esta es la forma en la que Dios ha ordenado Su creación. «Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo». Por lo que a mí respecta, esa es la parte fácil del pasaje, pero por supuesto la hierba siempre es más verde del otro lado. Creo que a las mujeres les toca desempeñar el papel más fácil. Ojalá solo tuviese que someterme y dejar que mi esposa ejerza la posición de liderazgo y autoridad en la casa. La parte difícil viene ahora.
Escucha lo que Dios le dice al hombre: «Maridos, amad a vuestras mujeres». Ahora, si allí se detuviera, no sería tan malo, pero escucha lo que dice, «amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella». Nunca he conocido a una mujer que dijera que le costaría someterse a la autoridad de su esposo si su esposo fuera Jesús. Ella nunca tendría miedo de ser explotada por Jesús. Nunca sería víctima de un tirano. Nunca sería víctima de abuso. Nunca sería una esposa maltratada. Nunca sería una esposa abusada, ¿verdad? Lo que Dios me dice como esposo y para ti como esposo, es que eres responsable de amar a tu esposa, así como Jesús amó a la iglesia. ¿Cuánto ama Jesús a la iglesia? Pues mira, Jesús es elevado por Dios a la mano derecha del Padre. Eso significa que Él está en el lugar de la autoridad cósmica. Él es responsable de dirigir el universo porque en Él, por Él y para Él son todas las cosas. ¿Entiendes la pesadilla administrativa que significa organizar, operar y administrar el universo todos los días?
Si alguna vez un esposo tuviese una excusa para decir, «Estoy demasiado ocupado con asuntos importantes como para hablar con mi esposa», ese sería Jesús. Pero este mismo Jesús que es responsable de manejar el universo, promete y cumple la promesa, de escuchar toda oración que venga de Su novia. Él escucha a Su novia. Se preocupa por Su novia. Tanto es lo que le preocupa Su novia que Él da Su vida por Su novia. Tiendo a ser más líder que seguidor, porque he encontrado muy pocas personas en este mundo a las que estoy dispuesto a seguir. Pero es emocionante cuando encuentro a alguien a quien admiro lo suficiente y respeto lo suficiente y confío lo suficiente como para seguir. Una cosa es importante para mí antes de seguir a alguien, no quiero seguir a alguien y ser sorprendido. No quiero ser leal a alguien solo para que esa persona me traicione y me dispare por la espalda, en la espalda.
¿Pero puedes imaginar lo liberador que es seguir a alguien que sabes de antemano que está preparado para morir por ti? Esa es la responsabilidad que tengo con mi esposa, que voy a amarla, no solo con abrazos tiernos, sino que debo vivir de tal manera que ella entienda que estoy dispuesto a sacrificar mi vida por ella. ¿Ahora entiendes cómo es que esto funciona para ambos? Es difícil para mí comprometerme con cualquiera, con una mujer, para decir: «Estoy listo para morir por ti, por tu propio bienestar». Es particularmente difícil para mí amar a mi esposa a ese nivel cuando mi esposa está peleándome en cada paso del camino. Pero, por otro lado, es muy, muy difícil para una mujer someterse a un hombre en el que no confía. ¿Qué pasaría con nuestros matrimonios si me tomara mi responsabilidad en serio?
Es decir, «voy a dejar de leer lo que le toca a ella y solo prestaré atención a lo que a mí se me manda a hacer y me ocupo de mis propias responsabilidades y empiezo a amar a mi esposa tal como Cristo ama a Su iglesia. No creo que tendría problemas con la sumisión. Por el contrario, creo que, si ella se dedicara a ser mi ayuda idónea, encontraría en respuesta a eso un amor sacrificial de mi parte y nunca se sentiría oprimida. Realmente creo eso. Realmente creo que eso pasaría. Sé que hace algunos años, un libro que conmocionó al mundo cristiano y tuvo gran éxito, incluso en la sociedad secular, fue el libro de Marabel Morgan, Mujer Total, que hablaba, ya saben, de ser creativa y todas las distintas cosas que hacer con tu esposo – como recibirlo en la puerta arreglada y bien vestida. Esto se convirtió en la broma del momento, a todos los hombres les gustó, pero a las mujeres no.
Todo el mundo –pobre Marabel recibió todo tipo mensajes y llamadas de odio. Se quedó en cama dos días después que el libro salió y lloró por el recibimiento que tuvo. Pero ella hizo una declaración en ese libro, yo lo leí a través de los ojos de un hombre y la declaración en ese libro, Mujer Total, que nunca he olvidado fue – no – fue la declaración…, ella le estaba hablando a las esposas y les dijo, «Mujeres, aquí está el secreto», les dijo, «Sus maridos no quieren su consejo. Quieren su admiración». Ahora, me puedo imaginar a una mujer leyendo eso y enfurecerse. Ella dice, «¡Mira! ¡No valora mi consejo! Todo lo que quiere es que exalte su ego. Todo lo que quiere, es que lo haga sentir como un héroe». Puedo entender cuán degradante puede ser para una mujer leer ese tipo de consejo en un libro. «Oigan, señoras, su esposo no quiere su consejo; él quiere su admiración».
¿Pero adivina qué? Él quiere – no sé si él quiere tu consejo, pero sí sé que quiere tu admiración. Cuando leí eso, dije: aquí hay una mujer que entiende a los hombres, porque los hombres tienen los egos más frágiles del mundo. Lo más frágil en la creación es el ego humano y de los dos egos, creo que el del hombre es el más frágil. Sé que si hablo con mil personas y 999 de ellas me dicen que hice un trabajo estupendo, pero mi esposa me dice, «Mmm, estuvo casi excelente», estaré devastado. Quiero que mi esposa me admire y ella quiere que yo la ame. Ella quiere que yo la valore. Ella quiere que yo la honre y hay un sentido al que Dios me ha llamado – y esto podría ser fácilmente distorsionado – a ser Cristo para ella, no solo para ser su príncipe encantado, sino para ser su sacerdote, porque el apóstol continúa aquí y dice: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra».
Aquí no dice que solo debo limpiarla y rehacerla y cambiarla, sino que debo proteger su integridad y que debo ofrecerla a Cristo al final de nuestra vida y decir, «Aquí está la novia que me diste. No encuentres moretones en ella, por favor. No la encuentres herida a causa de mi tiranía», solo espero que la novia que le presente a Jesús, al final de mi vida, sea una que esté completa. Eso es lo que Él quiere. Esto no es una batalla. Esto no es un concurso de autoridad. Este es ese lugar que Dios creó, que vimos originalmente, donde los dos serían una sola carne. Pablo continúa diciendo, «Este es el misterio, que los hombres amen a sus mujeres como a sus propios cuerpos, porque ningún hombre aborreció su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida». Ese es mi trabajo, sustentarla y cuidarla y, al hacerlo, Cristo es honrado y los matrimonios son perfeccionados.
El Dr. R.C. Sproul fue el fundador de Ligonier Ministries, co-pastor de Saint Andrew’s Chapel [Capilla de San Andrés] en Sanford, Florida, y el primer presidente del Reformation Bible College. Fue el autor de más de cien libros, incluyendo La Santidad de Dios.
Cuando surgen dificultades, ¿se sorprende de que el Señor las permita? Tal pensamiento presupone que ser un creyente obediente nos exime de problemas. Considere el pasaje de hoy: los discípulos hicieron justo lo que Cristo dijo al entrar en la barca y zarpar hacia el otro lado. Sin embargo, en poco tiempo, se encontraron golpeados y sacudidos por una poderosa tormenta.
También están los creyentes que asumen de manera automática que si surgen dificultades, ellos son el problema. Aunque Dios usa de vez en cuando las pruebas para corregirnos, no todas las dificultades son el resultado de nuestros pecados y fracasos. Pero Él puede usar todas las situaciones para que maduremos y nos transformemos a la semejanza de Cristo.
Y eso es lo que estaba pasando en Mateo 14 con los discípulos. Cristo sabía lo que estaba por venir, y los estaba entrenando para el trabajo al que los estaba llamando. En este caso, los azotadores vientos crearon una situación que los ayudaría a aprender lecciones importantes acerca de la confianza, que serían de un valor incalculable para su futuro ministerio.
Dios usa una gran variedad de medios para ayudarnos a ser siervos fuertes y eficaces de Jesucristo. En lugar de agachar la cabeza ante las luchas de la vida, miremos al Señor y busquemos su poder y sus propósitos.
(Jesús dijo:) Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
Durante los sombríos años de la segunda guerra mundial, un niño de menos de doce años oraba cada noche al Señor Jesús pidiendo que todos los hombres de su barrio que estaban al frente, prisioneros o en campos de trabajo, pudiesen volver un día a sus casas.
No elegía a unos sobre otros. Oraba por los que conocía y por aquellos de quienes había oído hablar, sin importarle si eran creyentes o no. Pensaba en ellos porque se había enterado de que en una u otra casa faltaba el marido o el padre, y poco a poco la lista fue creciendo.
Oraba con perseverancia, y si por la noche, debido el sueño, no alcanzaba a enumerarlos a todos, a la mañana siguiente volvía a empezar.
Al final de la guerra, todos los hombres por los cuales el niño había orado regresaron sanos y salvos. Contaron los episodios de su exilio. La mayoría había vivido situaciones de las que pensaba no poder salir, circunstancias dramáticas de las que solo algunos de sus compañeros pudieron escapar. No supieron que un niño había orado por ellos. Pero este niño aprendió, mediante esta experiencia, que el Señor escucha la oración de fe. ¡Sin duda, para él fue una gran experiencia que recordó toda su vida!
“Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).