Señor de señores

MEDITACIÓN DIARIA
Señor de señores
La Biblia dice que un día todo el mundo reconocerá a Cristo como Señor.

22 de abril de 2022

Filipenses 2.5-11

¿Qué significa cuando decimos que Jesucristo es Señor? Escuchamos la palabra Señor con tanta frecuencia que a veces pierde su poder y magnitud, pero esto es mucho más que un mero título que la Biblia le da al Salvador.

Filipenses 2.9-11 nos dice que Dios dio a su Hijo “un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla” y “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Esto significa que su nombre no es otro que Señor. Como puede ver, Señor no es algo que Cristo haga; se trata de quien es Él: Nuestro Salvador es, y siempre será, el soberano gobernante de todo en el Cielo y en la Tierra.

Por tanto, cuando decimos que Jesucristo es Señor, nuestra vida debe reflejar su autoridad sobre nosotros. ¿Hay algo que usted intenta esconder de Cristo? ¿Se ha negado a llevar a cumplir con algo que le ha llamado a hacer? La Biblia dice que un día todo el mundo reconocerá a Cristo como Señor (Flp 2.11).

Entonces, debemos invitarle a las áreas oscuras de nuestra vida y permitirle que nos transforme a su imagen. Un buen punto para comenzar es con la sencilla pero profunda confesión: “Jesucristo es Señor”.

Biblia en un año: 2 Reyes 1-3

Desfigurado para salvar a otro

Viernes 22 Abril

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores… y como que escondimos de él el rostro… y no lo estimamos.

Isaías 53:3

A este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Hechos 2:36

Desfigurado para salvar a otro

En una casa de un pueblo se produjo un incendio. Los vecinos llegaron corriendo. De repente se escuchó un grito desesperado… ¡Un niño pequeño había quedado prisionero por las llamas! La madre, que había ido de compras, llegó desesperada e intentó entrar a la casa en llamas, pero un hombre la detuvo y se enfrentó a las llamas en su lugar. Logró subir al primer piso, se quitó su chaqueta, envolvió al pequeño y bajó por en medio de las llamas. ¡El niño estaba a salvo! Pero el hombre, gravemente quemado, soportaría largos e intensos sufrimientos. Cuando se curó, su rostro era irreconocible.

El niño salvado de las llamas creció; poco a poco este acontecimiento se fue olvidando en el pueblo… Los niños tenían miedo del hombre del rostro desfigurado. Cuando lo veían, salían corriendo, y a veces se burlaban de él. El niño salvado formaba parte de ellos…

Pero sus padres no habían olvidado la tragedia. Un día, cuando el niño estaba en edad de comprender, le contaron lo que había marcado para siempre el rostro de ese valiente y bondadoso hombre.

El niño se echó a llorar. ¿Cómo había podido burlarse del hombre que había arriesgado su vida para salvarlo? Lleno de vergüenza y remordimientos, corrió a su encuentro y se echó en sus brazos. ¡Ahora lo amaría!

Esta historia nos recuerda los sufrimientos de Jesús, a quien debemos la vida eterna. Él es digno de nuestro agradecimiento, amor y obediencia. Desea que nos acordemos de él. ¿Queremos hacerlo? (1 Corintios 11:23-24).

Isaías 33 – 2 Pedro 2 – Salmo 46:8-11 – Proverbios 14:7-8

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