Sumisión al tiempo de Dios

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Sumisión al tiempo de Dios

Charles Stanley

Si creemos que Dios es quien dice ser, ¿cómo no nos será de provecho rendirnos a su voluntad?

Romanos 11.33-36

A la gente le gusta sentir que tiene el control de su tiempo, lo cual puede causar frustración cuando las cosas no salen de acuerdo a lo planeado. Sin embargo, quien desee caminar en obediencia a Dios debe cooperar con el plan que Él ha dispuesto.

Considere cómo ora. Sin darse cuenta, es posible que esté exigiendo que el Señor siga el plan que usted ha diseñado según su entendimiento humano tan limitado. No obstante, si creemos que Dios es quien dice ser, ¿cómo no nos será de provecho rendirnos a su voluntad?

A diferencia de nosotros, el Señor tiene un conocimiento total sobre nuestro mundo y de los detalles de cada vida individual, pasada, presente y futura. Él entiende cada motivo, mientras que nosotros no somos capaces de juzgar con precisión ni siquiera nuestras propias intenciones. Dios también actúa movido por el amor que siente por su pueblo y le da respuesta a cada necesidad en el momento preciso.

Someterse al plan de Dios requiere fe y valentía. Crea en la bondad de su corazón y en sus planes, y tome la decisión de esperar hasta que Él le haga avanzar. Luego, a medida que siga su plan, experimentará el gozo de ver una manifestación de su gloria maravillosa.

Biblia en un año: 1 Reyes 3-5

El apóstol Pablo en el paraíso

Jueves 14 Abril

Para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee… respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

2 Corintios 12:7-9

El apóstol Pablo en el paraíso

Leer 2 Corintios 12:1-10

El apóstol Pablo contó a los corintios una experiencia fuera de serie que había vivido catorce años antes: fue llevado al paraíso, “donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”.

Debido a esta experiencia extraordinaria, Pablo podría haberse enorgullecido, por ello Dios permitió que Pablo tuviese una discapacidad, “un aguijón” en su cuerpo, destinado a mantenerlo en una actitud humilde.

Leyendo este pasaje en familia, mi padre insistía en que esta dolencia no había sido enviada al gran apóstol “en caso de que” se hubiese vuelto orgulloso, sino porque, sin ella, ¡indudablemente se hubiese enorgullecido! En efecto, aunque Pablo fue un cristiano excepcional, tenía en él, como todo cristiano, ese principio de mal que la Biblia llama “la carne”. ¡Sea un apóstol o un simple cristiano, la carne está ahí, y es incurable! Cincuenta años de vida cristiana no la hacen mejor, ¡pues sigue opuesta a Dios!

Dios cuidó de su siervo Pablo para preservarlo y permitir que sintiese su debilidad. Así, el poder de Dios podía manifestarse en su vida.

¿Tenemos una discapacidad física, una dificultad personal que nos hace sufrir y de la que Dios haya decidido no liberarnos? Podemos estar seguros de que él tiene sus razones. Quizá lo utilice precisamente para manifestar su propio poder en nuestras vidas.

Isaías 23 – 1 Pedro 1:1-12 – Salmo 44:1-8 – Proverbios 13:16-17

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