El pecado es una elección de situarnos en el lugar de Dios y esa es la peor desición que podemos tomar. El pecado nos alejará de la voluntad de Dios. No elijámos pecar, elijamos a Dios, obedezcamos a Dios no obedezcamos al pecado.
Si quieres experimentar la dicha y no ser culpable de pecado, debes número uno reconocer que has pecado y que sólo Cristo puede ayudarte, ya que el murió en la cruz y resucitó al tercer día para darnos perdón y número dos pídele que te salve, confiesa tus pecados a Dios y pide a Cristo que te salve. Gracia y Paz
«Así ha obrado el Señor conmigo en los días en que se dignó mirarme para quitar mi afrenta entre los hombres» (v. 25). Mientras esperaba para ver a su Salvador cara a cara, ella dijo: «¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?» (v. 43).
Esa es la imagen que vemos de Elisabet en su espera, ella hablaba de Dios y su enfoque era Dios.
Estas no son las palabras de una mujer enojada, a pesar de que su esposo había quedado mudo como resultado de su incredulidad. Estas son las palabras de una mujer anclada en la esperanza.
A medida que la historia de Elisabet continúa desarrollándose, encontramos que en el sexto mes de su embarazo, el mismo ángel que visitó a Zacarías visita a una virgen llamada María. Parece que los anuncios dramáticos de un nacimiento son la especialidad de Gabriel, porque esta vez él da la noticia de que María será la madre de Jesús.
Cuando estudiamos la vida de Elisabet, vemos su accionar y cómo recibe a María, entre otras cosas, no me cabe la menor duda que ella se aferró a la esperanza de que Dios obraría en cada angustia. Ellos siguieron sirviendo en el rol que Dios les había dado en medio de su dolor, como ya hemos visto.
Dios es bueno, y eso lo sabemos por qué su carácter nos es revelado en Su palabra. Entonces cuando las desilusiones siguen llegando, ¿por qué debemos seguir orando? La Escritura responde a esa pregunta con las hermosas promesas de Dios. Entonces estar ancladas a la verdad bíblica nos va a ayudar a reaccionar de una manera correcta. Debemos animar a las hermanas a que busquen un consejo centrado en la palabra de Dios y su carácter.
Frases para meditar: «Dios respondió a la oración de Elisabet por un hijo con un «sí», pero lo más importante, Él respondió a su deseo de usar su vida para glorificar su nombre».
«Mientras oramos por las áreas de desilusión y anhelos, Jesús nos anima a hacerlo en el contexto de querer que Dios sea glorificado, mientras su reino y su gobierno se afirman en este mundo. Es querer que se haga la voluntad de Dios».
«Antes de orar por cualquier otra cosa, no importa lo urgente que sea, no importa en medio de qué tipo de crisis estemos, Jesús nos enseñó a orar para que el nombre de Dios sea glorificado. Su nombre representa todo lo que Él es. Queremos orar para que el reino de Dios venga y se haga su voluntad».
Profundiza más: ¿Qué tan importante es congregarnos y sacar provecho de los medios de gracia en nuestra iglesia local? Que pasa si nos aislamos? ¿De qué forma pudiéramos practicar caminar junto a hermanas que están pasando por alguna desilusión y mostrar la hospitalidad práctica que albergó a María en casa de Elisabet? (Ya seas soltera o casada). Recuerda: En retrospectiva y conectando con lo que hemos hablado podemos ver lo que Elisabet ya debía haber sabido: su historia no se trataba sobre ella. Dios utilizó todos esos años de desilusión y espera. Él usó el ejemplo de Elisabet de andar intachablemente en todos los mandamientos y preceptos del Señor» (Lucas 1: 6). Él utilizó la incredulidad de su marido. Lo usó todo para escribir una historia milagrosa sobre Su poder y gloria. Él desea hacer lo mismo en nuestras vidas. Que podamos servir a otros aún en medio de nuestras circunstancias.
MEDITACIÓN DIARIA Capaces de hacer Su voluntad El Señor promete que, si le creemos y seguimos adelante con obediencia, nos indicará lo que quiere que hagamos y nos permitirá lograrlo.
Éxodo 3.1-14
Cuando Moisés recibió el llamado a sacar a los israelitas de Egipto, argumentó que no era la persona adecuada para hacer el trabajo porque no sabía hablar bien (Ex 4.10). He conocido a personas que también sabían que el Señor las había llamado a realizar algo, pero no creían que podían hacerlo. Esto es, en realidad, un tipo de rebeldía. Equivale a decirle a Dios que no es lo bastante poderoso para prepararlas, y que para que su voluntad se cumpla, tendrán que depender de la capacidad de ellas.
Dios es más que capaz de equipar a sus seguidores, pero puede lograr sus propósitos con o sin nosotros. El Señor promete que, si le creemos y seguimos adelante con obediencia, nos indicará lo que quiere que hagamos y nos permitirá lograrlo. Filipenses 2.13 dice que Dios “es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No hay nada que temer. Nunca tenemos que servir con nuestras propias fuerzas, pues no nos asignará ninguna tarea sin capacitarnos.
Como alguien que sigue a Cristo, usted tiene la responsabilidad personal de aceptar la invitación que le haga y dejar que logre sus propósitos por medio de usted. No le defraudará. Al recordar cómo el Señor ha actuado en el pasado, fortalecerá su fe. Y su obra continua le conformará a la imagen de su Hijo.
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
Un problema en las redes eléctricas había paralizado una región durante varias horas. No había luz, ni calefacción, los ascensores estaban bloqueados… Las consecuencias podrían ser graves… Los progresos de la ciencia y la tecnología nos han dado un confort nunca imaginado por nuestros antepasados. Pero repentinamente descubrimos su extrema fragilidad, y muchos se preguntan qué sucederá mañana.
Para calmar su inquietud, algunos consultan a los astrólogos o a los videntes, ¡cuyas predicciones son tan fantasiosas!
No busquemos las respuestas a nuestras preguntas en estos ámbitos, pues son cosas peligrosas contra las cuales Dios nos advierte seriamente (Deuteronomio 18:10-12).
Todo lo que debemos saber sobre el futuro está en la Biblia. Ella es fiable; muchas de sus predicciones ya se cumplieron, por ejemplo, la sucesión de los grandes imperios de la historia antigua (Daniel 2). También anunció con precisión, varios siglos de antemano, el nacimiento de Jesús.
Dios no deja dudas sobre el futuro de nuestro planeta, el cual, contaminado por el pecado, desaparecerá un día (2 Pedro 3:10). Lo maravilloso es que preparó un lugar seguro y eterno en el cielo para los que quieren ponerse al abrigo del juicio, los que aceptan la gracia divina por medio de la fe en “Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:10).