“reyes” y “césares”

9 FEBRERO
Génesis 42 | Marcos 12 | Job 8 | Romanos 12
La disputa entre Jesús y algunos de sus adversarios que se relata en Marcos 12:13–17 es muy interesante. Marcos dice que los interlocutores de Jesús quisieron atraparle en sus palabras (12:13). Sin duda por eso comienzan con elogios acerca de la solidez de sus principios, como maestro que no está dispuesto a dejarse influenciar por la opinión pública. Pero es un montaje. “¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?”, le preguntan. “¿Debemos pagar o no?” (12:14–15).
Pensaban que ya lo tenían atrapado. Si contestaba que “no”, se las tendría que ver con las autoridades romanas, las cuales, evidentemente, no iban a permitir que un predicador religioso en un país tan inestable como este, anduviese por ahí abogando por la desobediencia fiscal. Incluso le podrían ejecutar por traición. Pero si contestaba que “sí”, perdería la confianza de la gente, lo cual le restaría popularidad. Muchos judíos normales y corrientes no sólo sentían un profundo rechazo de los impuestos, sino que planteaban no pocas objeciones teológicas. ¿Cómo podía un judío concienzudo pagar con monedas que llevaban la imagen del emperador, especialmente monedas que le atribuían un título divino? Si los judíos realmente tenían la justicia de su parte, ¿No bajaría Dios para volver a liberar a su pueblo, esta vez de la superpotencia romana? ¿No requiere la fidelidad escrupulosa hacia Dios que no se paguen los impuestos?
Fuese la respuesta que fuese de Jesús, perdería la partida. Pero Jesús se niega a rendirse. En lugar de ello, pide una moneda, pregunta de quién es la imagen y afirma que es legítimo pagar a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Jesús consigue así evitar la trampa, y sus interlocutores quedan atónitos.
Pero aquí hay varios niveles interpretativos. Bajo una teocracia estricta, las palabras de Jesús serían incoherentes: el reino de Dios es mediado a través del rey, de modo que no es tan fácil separar estos dominios el uno del otro. Además, la estructura del antiguo pacto, sobre el papel, estaba estrechamente ligada a un régimen teocrático. No obstante, aquí tenemos a Jesús insistiendo en que sí se debe hacer una distinción entre las reivindicaciones del César y las del Dios viviente.
Por supuesto, esto no significa que el dominio del César sea completamente independiente del dominio de Dios, ni que Dios no mantenga el control providencial. No obstante, es fácil llegar a la conclusión de que Jesús está proclamando aquí un cambio fundamental en la administración de la comunidad del pacto. El locus de la comunidad ya no es un reino teocrático; ahora es una asamblea de iglesias alrededor de todo el mundo, sujetos a muchos “reyes” y “césares”, pero que no rinde culto a ninguno de ellos. Por esto muchos creyentes alrededor del mundo, siguen la línea del no reconocimiento oficial y político de ninguna religión o confesión en particular, en coherencia con esta afirmación por parte del mismo Señor Jesús.
Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 40). Barcelona: Publicaciones Andamio.