¡Escuchad, rebeldes!

11 MAYO

¡Escuchad, rebeldes!

Números 20 | Salmos 58–59 | Isaías 9:8–10:4 | Santiago 3

Hay pocos pasajes en el Pentateuco que sean menos alentadores, a primera vista, que el desenlace de Números 20:1–13.

No obstante, el relato contiene ciertos elementos sutiles y complejos. Comienza con otra dosis de la murmuración habitual. No obstante, se trata de una necesidad real: el pueblo tiene sed (20:2). Pero en lugar de buscar a Yahvé con una confianza gozosa que intervenga para cubrir la necesidad de su propio pueblo, discuten con Moisés, echándole en cara las mismas acusaciones de siempre: estaban mejor en la esclavitud, su vida actual en el desierto es insoportable, y no ven más allá.

Moisés y Aarón buscan el rostro de Dios. La gloria de Dios se les aparece (20:6). Dios dice explícitamente: “Habla con la roca a vista de ellos; y ella dará su agua…” (20:8). Pero Moisés no puede más. Convoca a la multitud y les dice, “¡Escuchad, rebeldes! ¿Acaso tenemos que sacaros agua de esta roca?” (20:10) – una pregunta retórica que no deja de ser algo presuntuosa. Luego golpea la roca dos veces, y sale agua a cascadas. Pero Dios dice a Moisés y a Aarón, “Por no haber confiado en mí, ni haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no seréis vosotros los que llevéis a esta comunidad a la tierra que les he dado.” (20:12).

Caben tres observaciones:

(1) Dios no dice, “Puesto que no me obedecisteis lo suficientemente …” sino “Puesto que no confiasteis …”. Por supuesto que hubo un acto de desobediencia: Dios les dijo que hablasen, y Moisés golpeó la roca. Pero Dios percibe que el problema es todavía más profundo. El pueblo ha llevado a Moisés a un estado de profundo agotamiento, y Moisés responde desde su agotamiento. Su respuesta no es sólo la de golpear la roca. Es la respuesta de un hombre que, bajo una enorme presión, se ha vuelto amargo y arrogante (¡con lo cual no pretendo decir que cualquiera de nosotros hubiese actuado mejor!). Lo que ha desaparecido es su confianza transparente en Dios: a Dios no le ha honrado como Santo.

(2) Leed el Pentateuco como una unidad: de lo que se trata al final es que Moisés mismo se queda sin poder entrar en la Tierra Prometida. Si leemos los siete primeros libros de la Biblia no podemos por menos que llegar a la conclusión que el antiguo pacto no ha servido para transformar al pueblo. Desde el punto de vista canónico esto es muy importante: La Ley nunca fue suficiente para salvar y transformar.

(3) A la luz de 1ª de Corintios 10:4, un texto que presenta a Cristo como el antetipo de la roca, es difícil no llegar a la conclusión que el motivo por el cual Dios había insistido que la roca fuese golpeada en Éxodo 17:1–7, mientras lo prohíbe aquí, es que percibe aquí la oportunidad de enseñar, mediante este símbolo, una verdad fundamental: la Roca definitiva, de la cual fluyen corrientes de agua viva, debe ser golpeada sólo una vez, no más de una.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 131). Barcelona: Publicaciones Andamio.


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