16 de mayo

«Y Él dijo: Así dice el SEÑOR: ‘Haced en este valle muchas zanjas.’ Pues así dice el SEÑOR: ‘No veréis viento, ni veréis lluvias; sin embargo ese valle se llenará de agua y beberéis vosotros y vuestros ganados y vuestras bestias’».
2 Reyes 3:16, 17 (LBLA)
Los ejércitos de los tres reyes perecían por falta de agua; pero Dios estaba a punto de enviarla y, con estas palabras, el Profeta anuncia la bendición que se acerca. Se trataba de un caso de impotencia humana: todos esos hombres valientes no podían conseguir del cielo una sola gota de agua, ni hallarla en los pozos de la tierra. Así también, el pueblo de Dios no sabe, a veces, lo que debe hacer. Ve la futilidad de la criatura y aprende por experiencia dónde debe buscar ayuda. Sin embargo, el pueblo debía prepararse con fe para recibir la bendición divina. Tenían que cavar las zanjas en las cuales el precioso líquido quedaría contenido. La Iglesia, por medio de sus variados instrumentos, esfuerzos y oraciones, debe prepararse para ser bendecida: ha de hacer los estanques y el Señor los llenará. Esto hay que ejecutarlo con fe, en plena seguridad de que la bendición está a punto de descender. Pronto hubo una singular dádiva de la bendición necesitada: no como en el caso de Elías, cuando las nubes derramaron la lluvia, sino que los estanques se llenaron de una forma callada y misteriosa. Dios tiene su propia manera soberana de actuar. Él no está atado a las formas o al tiempo como lo estamos nosotros, sino que actúa entre los hijos de los hombres como él quiere. A nosotros nos corresponde recibir de él con agradecimiento y no dictarle normas. Debemos también observar la extraordinaria abundancia de aquel suministro: hubo suficiente para la necesidad de todos. Así acontece también con la bendición del evangelio: todas las necesidades de la congregación y de la Iglesia entera se verán satisfechas por el poder divino en respuesta a la oración; y, sobre todo, se concederá a los ejércitos del Señor una rápida victoria.
¿Qué estoy haciendo yo por Jesús? ¿Qué zanjas estoy cavando? ¡Oh Señor, prepárame para recibir las bendiciones que tú deseas concederme!
Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 145). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.