Lumbrera

Walter J. Chantry
Walter J. Chantry presenta un libro corto pero de gran contenido que usted no debe dejar de leer.
El evangelio de hoy ¿Auténtico o sintético? es una obra magistral que le ayudará a presentar el evangelio, como lo presentó Jesús. Voy a compartir con ustedes algunas pinceladas de este libro para su edificación.
¿Qué le pasa al evangelismo de hoy?
Verdad y unidad
Los evangélicos saben que hay problemas en sus iglesias y misiones. Tras la fachada de los entusiastas informes y de las grandes estadísticas, hay una conciencia profunda de que la iglesia tiene poco poder en la evangelización. Los dirigentes eclesiásticos, mientras intentan con ardor crear un aura de gozo y victoria entre seguidores, se encuentran inquietos y profundamente insatisfechos por su situación actual por el resultado de sus esfuerzos.
Se siguen haciendo las mismas preguntas: ¿Qué le pasa a nuestro evangelismo? ¿Qué hace falta para ganar al mundo para Cristo? ¿Dónde está el poder de un Jonathan Edwards o de un George Whitefield?
En esta búsqueda sincera para que el poder de Dios vuelva a la predicación de hoy, los evangélicos han cometido algunos errores cruciales. A pesar de ser creyentes en la Palabra de Dios, han recurrido a las mismas soluciones superficiales que han adoptado los liberales. Lo pertinente, lo respetable (sea intelectual o social), y sobre todo la unidad, han venido a ser los objetivos del pueblo de Dios, en la esperanza de que estas cosas revitalizarán a una debilitada iglesia.
Al haber aceptado la teoría de que la unidad es absolutamente necesaria para la evangelización mundial, tanto la iglesia como el individuo deben rebajar la estimación del valor de la verdad. Por ello, en un gran congreso sobre evangelización no podríamos hacer hincapié en alguna verdad de la Palabra de Dios que pudiera ofender a un hermano evangélico. Así es necesario encontrar el mínimo denominador común que todos los cristianos nacidos de nuevo puedan aceptar. Las organizaciones misioneras tacharían de “no esencial” al resto de la Biblia. Después de todo, la unidad (entre cristianos) se considera más importante que le precisión doctrinal.
Es precisamente por esta razón que las sociedades misioneras no se han mostrado dispuestas a examinar cuidadosamente la raíz del problema en la predicación. Los consejos de administración de las misiones vacilan para contestar a la pregunta: “¿Qué es el evangelio?”
El contestar a esta pregunta a fondo supondría condenar lo que predican muchos de sus misioneros. Destruiría la sociedad misionera que depende de una cooperación de iglesias que tienen distintas respuestas a esa pregunta. El adoptar el criterio de una iglesia significaría perder la ayuda de las otras. Todo el sistema construido sobre la base de la unidad y la generalidad se derrumbaría. Tampoco la iglesia local puede ser muy específica respecto a la verdad. Podría afectar a su armonía con la denominación o la asociación. La definición escrupulosa del evangelio provocaría también conflictos con las organizaciones que trabajan entre adolescentes. Promovería irritantes problemas con las juntas directivas de las misiones y embarazosos desacuerdos con misioneros que han sido apoyados durante muchos años. Podría asimismo condenar el programa entero de la Escuela Dominical. El prestar mucha atención al contenido del evangelio produciría fricción con otros evangélicos. ¡Y la unidad es la clave del éxito!
La tradición en el evangelismo
Los evangélicos aman la herencia de la Reforma. Estamos en línea de Lutero y de aquellos que rompieron las cadenas de la superstición papista. La Biblia, la Palabra Santa de Dios, es nuestra guía en todas las cosas. No nos doblegamos ante ninguna autoridad religiosa humana. Esa declaración fluye de un correcto espíritu de suprema lealtad a Dios. Sin embargo, el grito “Sola scriptura” es con frecuencia más una indicación de buenas intenciones que un hecho. El ala evangélica de las iglesias protestantes está saturada de doctrinas y prácticas que no tienen fundamento bíblico. Muchas enseñanzas y costumbres referentes al evangelio son tan invención y tradición humana como lo fueron las indulgencias de Tetzel. Y ciertas doctrinas que hay entre nosotros son igual de peligrosas.
En la cuestión central del camino de la salvación, amplios sectores del protestantismo están entregados al neotradicionalismo. Hemos heredado un sistema de predicación evangelística que no es bíblica. Y esta tradición no es antigua. Nuestro mensaje y forma de predicar el evangelio no se remontan a la Reforma y a sus credos. Son innovaciones mucho más recientes.
Peor aún: no se encuentran en las Escrituras. Es evidente que han surgido de una exégesis superficial y de una descuidada mezcla del racionalismo del siglo XX con la revelación de Dios.
El producto resultante es un conglomerado peligroso -exactamente de la clase que Satanás usa para engañar a los pecadores. ¿Que secta es la que no ha aprendido a emplear versículos de la Biblia y verdades a medias para establecer sus mentiras? Esa ha sido la estrategia del Diablo desde principio (Génesis 3:5). Mediante la venta de otro evangelio a esta generación, Satanás ha estado utilizando a muchos hombres sinceros para predicar un Cristo destronado. La gloria del Salvador queda oculta incluso para sus servidores por causa de que los predicadores no dan la debida atención al evangelio de la Palabra de Dios sola.
Los productores del evangelismo moderno son, con frecuencia, tristes ejemplos de cristianismo. Son personas que hacen una profesión de fe y luego continúan viviendo como el resto del mundo. Las “decisiones por Cristo” significan muy poco. Sólo una pequeña proporción de los que “se deciden” presentan la evidencia de la gracia de Dios en una vida transformada. Cuando la excitación de la última campaña de evangelización se ha esfumado, cuando el coro ya no canta emocionantes himnos, cuando ya no se reúnen las grandes multitudes y cuando la conmovedora esperanza de la “invitación” del evangelista se ha trasladado a otra ciudad, ¿qué queda de real y duradero? Cuando ya sea ha visitado cada casa del pueblo de misión, ¿qué se ha conseguido? Un corazón sincero responderá: “Muy poco”. Se ha hecho mucho ruido y ha habido una conmoción espectacular, pero Dios no ha descendido con su terrorífico poder y su gracia regeneradora.
Todo esto está relacionado con el uso de un mensaje no bíblico en el evangelismo. La verdad necesaria para dar vida ha quedado oculta por la cortina de humo de las invenciones humanas. Sobre la base superficial de la lógica humana se ha inducido a muchos a creer que tienen un derecho a la vida eterna y se les ha dado una seguridad que no les pertenece. Los evangélicos están engrosando las filas de los engañados con un evangelio pervertido. Muchos de lo que han tomado “decisiones” en las iglesias modernas, y se les ha dicho que sus pecados han sido perdonados, se sorprenderán al oír -como los clientes de Tetzel– “Nunca os conocí; apartaos de mí.” (Mateo 7:23).
Muchos del los que leen estas páginas habrán heredado costumbres y enseñanzas que asumirán como la forma correcta del evangelismo. Nunca habréis visto una iglesia viva evangelizar activamente de otra manera, de modo que les habréis puesto en duda. Ya se que hay algunos que afirman tener la teología de la evangelización más exacta, y que no hacen nada para ganar pecadores para Cristo. Por una parte, la ausencia de celo evangelizador es una situación terrible; pero también existe el peligro de un evangelismo no conforme a ciencia. ¿Podrías estar desviando almas o dirigiendo mal las labores de otros cristianos? ¿Has examinado tu mensaje de tus métodos a la luz de la Palabra de Dios?
Pastores, esta no es una pregunta ociosa: ¿Nunca os habéis extrañado de esos “convertidos” que son tan carnales como siempre? ¿Y qué decir de aquellos que “se han decidido por Cristo” y no se puede saber lo que han decidido? No son piadosos como el Salvador en el que profesan creer, ni celosos por su causa. No estudian la Palabra y no se preocupan si están ausentes cuando es predicada. En consecuencia se puede saber que no dan una evidencia de verdadera conversión. ¿Has considerado la posibilidad que nunca fueron evangelizados? ¿Acaso han sido tu predicación y tus métodos los que les ha guiado a sentirse a gusto con Cristo?
A menos que nuestras iglesias se repiensen lo que es el camino de la salvación mediante una sincera búsqueda en la Palabra de Dios, el protestantismo evangélico se asfixiará en la ciénaga de las tradiciones humanas, como le sucedió a Roma mucho tiempo atrás. Ya hay muchos evangélicos que se ven tristemente maniatados como lo están los ignorantes vasallos del Papa. No se puede pretender la unidad a expensas del evangelio.
Muchos casos concretos del evangelismo personal de nuestro Señor y muchos sermones apostólicos servirían muy bien para definir lo que es el evangelio. Hemos elegido la entrevista de Jesús con el joven rico porque es un ejemplo vivo de los elementos esenciales de la predicación del evangelio, según encontramos por todo el Nuevo Testamento. Las palabras de Marcos 10:17-27 resaltan en claro contraste con la doctrina prevalente de los evangélicos de hoy. La diferencia entre el evangelio actual y el evangelio de Jesús no consiste en pequeños detalles sino en la esencia de la cuestión. Las desviaciones modernas son lo bastante graves como para entristecer al Espíritu y dar como resultado unas redes vacías. Son tan peligrosas que pueden desviar a las almas por toda la eternidad.
Algunos irán a refugiarse de inmediato tras el cómodo escudo del relativismo. La excusa de que “solo es una cuestión de énfasis” se utilizará para eludir un autoexamen profundo de la luz de la Palabra de Dios. Pero los contrastes que resultan de la comparación del Evangelio de Cristo y el “evangelio” popularizado de nuestro tiempo, son cruciales y no periféricos. En el contraste entre estos dos mensajes pueden estar la diferencia entre la vida y la muerte para un alma, y la diferencia entre la vitalidad y la esterilidad para una iglesia.
Ningún cristiano sincero tiene la intención de engañar a los pecadores. Por su amor a las almas, los evangélicos sinceros presentan algunas verdades profundas en su testimonio. Y sin embargo, a causa de la omisión inconsciente de ciertos ingredientes esenciales del evangelio, son muchos los que fracasan en comunicar incluso aquella parte de la Palabra de Dios que intentan explicar. Cuando media verdad se presenta como si fuera toda la verdad, se convierte en falsedad.
Aunque las soluciones pueden ser dolorosas, debes preguntarte si tu iglesia, tus misioneros, tus evangelistas, tus maestros de Escuela Dominical y tú mismo, estáis predicando el evangelio de nuestro Señor. Aunque la respuesta pueda provocar incomodidad, conflictos, malentendidos y pérdida de amigos, no puedes deshonrar a Dios haciendo caso omiso a su verdad. Si no estás dispuesto a estar firme acerca del contenido del evangelio, entonces nunca más hables de celo, el sacrificio y la actividad. Si no estás dispuesto a exigir que la historia que hay que contar a las naciones tiene que ser exactamente la historia de Jesús, ¿para qué continuar con el “evangelismos” y con las “misiones”?
Observa atentamente al Maestro Evangelista de todas las edades. Escucha su mensaje, examina sus motivos y toma nota de sus métodos. Y luego refléjalo en tu propio ministerio. En aquel joven del año 30 d.J.C. verás el rostro de los jóvenes de nuestros tiempos. Para llegar a ellos debes decir lo que el Señor dijo. Para agradar a Dios debes trabajar como Cristo trabajó. ¡Arroja las cadenas de las tradiciones evangélicas! rechaza el tener que pagar la unidad externa con las monedas de la verdad fundamental. En el evangelismo, aprende a seguir al Cristo de la Escritura. Echa mano del evangelio auténtico y desecha el sintético.
Índice
1. La predicación del carácter de Dios
* Las ventajas del joven rico
* La reprensión de Jesús
* El motivo de Jesús
* El mensaje de Jesús
2.- La predicación de la Ley de Dios
* Los primeros nueve mandamientos
* El décimo mandamiento
3.- La predicación del arrepentimiento
4.- La predicación de la fe en el hijo de Dios
5.- La predicación de la confianza de ser aceptado por Dios.
6.- La predicación dependiente de Dios
Conclusión
Bibliografía de interés
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