Mi alma tiene hambre y sed del refrigerio de tu presencia | Charles Spurgeon

3 de febrero
«Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía».
Cantares 1:7

Estas palabras expresan el deseo del creyente por Cristo y sus ansias de comunión permanente con él. ¿Dónde apacientas? ¿En tu casa? Entonces iré allí, si allí puedo hallarte. ¿En la oración privada? Entonces oraré sin cesar. ¿En la Palabra? Entonces la leeré diligentemente. ¿En tus ordenanzas? Entonces andaré en ellas de todo corazón. Dime dónde apacientas, porque donde quiera que tú estés como Pastor, allí paceré yo como oveja; pues nadie sino tú mismo puede suplir mis necesidades. Soy incapaz de vivir satisfecho lejos de ti.

Mi alma tiene hambre y sed del refrigerio de tu presencia. «¿Dónde sesteas al mediodía?»; porque ya sea al amanecer, ya al mediodía, mi único descanso debe estar donde tú y tu amado rebaño están. El descanso de mi alma debe ser un descanso otorgado por gracia; y esto solo puede hallarse en ti. ¿Dónde está la sombra de aquella Roca? ¿Por qué no habría de reposar yo debajo de ella? «¿Por qué habría de estar como vagando tras los rebaños de tus compañeros?» (Cnt. 1:7). Tú tienes compañeros, ¿por qué no debía yo ser uno de ellos? Satanás me dijo que yo soy indigno; es cierto, yo siempre fui indigno, pero sin embargo, tú me has amado en todo tiempo y, por tanto, mi indignidad no puede ser un impedimento para que tenga ahora comunión contigo.

Es cierto que soy débil en la fe y propenso a caer, pero esa misma debilidad es la razón por que yo debiera siempre estar donde tú apacientas tu majada, para que pueda verme fortalecido y preservado en seguridad junto a aguas de reposo. ¿Por qué debía yo apartarme? No hay razón para ello; en cambio, hay mil razones para que no me aparte, pues Jesús me invita a ir a él. Si él se aparta un poco, es solo para hacerme apreciar más su presencia.

Ahora que estoy afligido y angustiado por estar apartado de él, él me guiará de nuevo a aquel abrigado rincón en donde las ovejas de su dehesa están protegidas del sol abrasador.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 42). Editorial Peregrino.


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