Éste halló primero a su hermano Simón | Charles Spurgeon

19 de febrero
«Éste halló primero a su hermano Simón».
Juan 1:41
He aquí un excelente ejemplo de todos los casos en que la vida espiritual es vigorosa. Tan pronto como un hombre encuentra a Cristo, enseguida comienza a hallar a otras personas. No creo que hayas probado la miel del evangelio si puedes comerla sin hacer que otros participen de ella. La verdadera gracia pone fin a todo monopolio espiritual. Andrés halló primero a su hermano Simón, y después a otros. El parentesco exige que les dediquemos a los nuestros los primeros esfuerzos individuales: Andrés, bien hiciste en empezar con Simón. Seguro que hay cristianos que reparten tratados en las casas de otras personas que harían bien en repartirlos en la suya; dudo que falten quienes están ocupados en obras de utilidad general y que olvidan su gran esfera de utilidad en el hogar. Tal vez estés o no llamado a evangelizar a la gente de una localidad particular; pero, sin duda, lo estarás a hacerlo con tus sirvientes, con tus parientes y con tus conocidos. ¡Haz que tu religión empiece en casa! Muchos mercaderes exportan sus mejores productos, pero el cristiano no debe hacerlo. Sin duda el cristiano tiene que conducirse irreprochablemente en todo lugar, pero los frutos más sabrosos de la vida espiritual y el testimonio debe producirlos en su propia familia. Cuando Andrés salió para hallar a su hermano, no se imaginaba cuán famoso Pedro llegaría a ser. Por lo que se desprende del relato bíblico, Simón Pedro valía diez veces más que Andrés; sin embargo, este fue el medio para llevarlo a Jesús. Quizá seas pobre en talentos, pero puedes ser el instrumento para conducir a Cristo a alguno que se convertirá en alguien ilustre en gracia y en obras. ¡Ah!, querido amigo, poco conoces las posibilidades que hay en ti. Quizá solo seas capaz de decir algunas palabras a un niño; pero posiblemente haya en ese niño un corazón noble que alentará a la Iglesia cristiana en los días venideros. Andrés tenía solo dos talentos, pero halló a Pedro: «Ve y haz tú lo mismo».

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar (S. D. Daglio, Trad.; 4a edición, p. 58). Editorial Peregrino.


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