La Biblia es Verdad Objetiva

por John MacArthur

Quizás la mayor mentira del posmodernismo es la creencia de que podemos definir la verdad y determinar la realidad desde dentro de nosotros mismos. Pero el reino subjetivo de los sentimientos y las impresiones es el peor lugar para ir en cualquier búsqueda de la verdad.

Dios escribió un Libro -sólo un Libro- y en él pudo decir todo lo que quería decir. Lo dijo sin error, sin defecto, y sin nada omitido o innecesariamente incluido. Es la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. Y Dios dio su libro al hombre por medio de la inspiración, por medio de la cual el Espíritu de Dios se movía en los escritores humanos que registraban las mismas palabras que Dios quería que escribieran. La gente puede creer o no creer en la Biblia, pero nadie tiene el poder o la prerrogativa de establecer la verdad o cambiarla. Es fija, de una vez para siempre: la Palabra de Dios está asentada para siempre en el cielo. Esto es profundamente esencial.

Esa es una distinción importante que no debemos pasar por alto: la verdad no vino del hombre. El hombre puede descubrirla, aprenderla, comprenderla y aplicarla, pero el hombre no tiene nada que ver con su origen. El apóstol Pedro -uno de los autores bíblicos inspirados- escribió que la Escritura no fue desarrollada por la voluntad del hombre, sino por aquellos «movidos por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21) para registrar las palabras de Dios. Ningún ser humano ha tenido nunca en sí mismo ninguna idea, pensamiento o experiencia que determinara alguna verdad divina; todo viene de Dios solamente. Ningún ser humano o ángel ha sido, ni será nunca, una fuente para establecer la verdad divina. Sólo la Palabra de Dios logra esto.

La misma Escritura da fe de su autor divino. El Antiguo Testamento contiene más de 3,800 casos en los cuales los escritores afirman estar hablando la Palabra de Dios. En el Nuevo Testamento, hay más de trescientas afirmaciones de este tipo. Pablo afirma que no recibió el evangelio del hombre sino de Dios (Gálatas 1:11-12). En 1 Timoteo 5:18, Pablo cita el evangelio de Lucas y se refiere a él como Escritura. En 2 Pedro 3:15-16, Pedro llama a los escritos de Pablo Escrituras. Y Judas cita la epístola de Pedro (Judas 18), lo que significa credibilidad bíblica similar. En conjunto, el Antiguo y Nuevo Testamento testifican abundantemente que son la verdadera Palabra de Dios.

Y como la Palabra de Dios, la Biblia no tiene fecha de vencimiento. Pedro ensalza el carácter eterno de la Escritura en su primera epístola, declarando: «La palabra del Señor permanece para siempre» (1 Pedro 1:25). El tiempo no tiene influencia en la Palabra de Dios. Las filosofías cambiantes, las cosmovisiones y las normas culturales tampoco tienen ningún efecto en ello. Es completamente inmutable y nunca puede pasar. «El cielo y la tierra pasarán», dijo Jesús, «pero mis palabras no pasarán» (Lucas 21:33).

Tal vez la mejor manera de entender la verdad objetiva de las Escrituras es escuchar el testimonio de Aquel que es más digno de confianza: el Señor Jesús mismo. Él testificó a la verdad de la Palabra de Dios, hasta el más mínimo detalle. Dijo: » Pero más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que un ápice de la ley deje de cumplirse» (Luc 16:17). Él consistentemente enseñó que había venido a cumplir la Palabra de Dios. En Mateo 5,17 dice: «No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir». Afirmó: » y se cumplirán todas las cosas que están escritas por medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre.» (Luc 18:31). Mirando hacia la cruz, Jesús dijo: «El Hijo del Hombre se va, según está escrito de Él» (Mateo 26:24). Más tarde en el mismo capítulo, reprendió a Pedro por desenvainar su espada, recordándole al impetuoso discípulo que podía llamar a legiones de ángeles para pedir ayuda si así lo deseaba. Explicando que su arresto era parte del plan de Dios, dijo: «¿Cómo, pues, se cumplirán las Escrituras?” (Mateo 26:54). Incluso llamó la atención a detalles proféticos increíblemente específicos en las Escrituras. El Salmo 22:1 predijo que el Mesías clamaría y diría: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Colgado en la cruz, Jesús exclamó esas palabras textualmente (Mateo 27:46). Su vida cumplió todo lo que se escribió sobre Él, afirmando así la veracidad de las Escrituras.

La Escritura da testimonio de su propia inspiración; es la Palabra de Dios, que se origina fuera del hombre. Esto es particularmente importante de entender en una cultura dominada por la subjetividad del posmodernismo. La verdad no puede ser subjetiva; no existe tal cosa como tu verdad o mi verdad. La verdad está establecida para siempre. El cristianismo auténtico siempre ha sostenido que la Escritura es una verdad absoluta y objetiva. La Biblia es la verdad de Dios sin importar si una persona cree, entiende o le gusta. Es una verdad permanente y universal, y por lo tanto es la misma para todos. Deuteronomio 4:2 y Apocalipsis 22:18-19 advierten en contra de añadir o quitar de las Escrituras, para que no se sufran las plagas registradas en ellas. Proverbios 30:5-6 dice: » Probada es toda palabra de Dios; Él es escudo para los que en Él se refugian. No añadas a sus palabras, no sea que Él te reprenda y seas hallado mentiroso.” La Biblia es la Palabra de Dios para el hombre: verdad inspirada, objetiva y absoluta.

John MacArthur
Es el pastor-maestro de Grace Community Church en Sun Valley, California, así como también autor, orador, rector emérito de The Master’s University and Seminary y profesor destacado del ministerio de medios de comunicación de Grace to You.


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